Durante el verano y la Semana Santa, la Dirección General de Tráfico (DGT) despliega todo su armamento pesado para controlar a los conductores en las carreteras. Además de los conocidos helicópteros Pegasus, cuya presencia pasa prácticamente desapercibida, la DGT ha evolucionado significativamente en el uso de radares para detectar los excesos de velocidad.
Uno de los avances más notables ha sido la incorporación de los radares Velolaser, dispositivos especialmente diseñados para pasar inadvertidos al ojo de los conductores, ocultándose estratégicamente en elementos como señales de tráfico o quitamiedos. En este artículo, exploraremos los métodos de ocultación que la DGT emplea para ubicar estos «cazadores de velocidad» y cómo afectan a los conductores.
1Los mini radares invisibles de la DGT
Los radares Velolaser son dispositivos especialmente diseñados para ser indetectables. Con dimensiones inferiores a 50 centímetros y un peso por debajo de medio kilo, resultan perfectos para esconderlos en lugares estratégicos a lo largo de las carreteras.
Al ser tan compactos, pueden ser camuflados hábilmente en diversos soportes, lo que complica la labor de los conductores para identificar su presencia.