La seguridad en nuestras carreteras es una preocupación constante. En este sentido, la atención del conductor se erige como un pilar fundamental para prevenir accidentes y resguardar la integridad de todos los usuarios viales. No obstante, en un mundo en constante agitación, las distracciones al volante se han multiplicado, planteando un riesgo latente.
La Dirección General de Tráfico (DGT) se erige como un baluarte en la misión de sensibilizar a los conductores sobre los peligros que subyacen a la falta de concentración mientras se maneja un vehículo. En este artículo, examinaremos los elementos que influyen en la atención del conductor, las diversas categorías de distracciones más frecuentes y las implicancias derivadas de estas conductas.
1Factores externos que determinan la conducción
El entorno puede influir en gran medida en la atención del conductor. Carreteras rutinarias o monótonas, paradójicamente, propician una relajación de la vigilancia, aumentando el riesgo de distracción.
La sobreabundante señalización, aunque esencial para orientarnos, puede convertirse en un obstáculo visual, desviando la atención de la conducción. Además, circunstancias ajenas al tráfico, como vallas publicitarias, el uso del teléfono móvil o incluso accidentes en la vía opuesta, pueden generar una pérdida momentánea de enfoque.