Los radares de tráfico, ampliamente conocidos por su papel en el control de velocidad en carreteras, son mucho más que simples guardianes de límites. A través de la Dirección General de Tráfico (DGT), estos dispositivos no solo monitorean la velocidad, sino que también han sido dotados con la capacidad de detectar y sancionar una variedad de infracciones, desde irregularidades en la Inspección Técnica de Vehículos (ITV) hasta la falta de seguro obligatorio.
En este artículo, exploraremos cómo los radares de la DGT han evolucionado para asumir un papel más amplio en la aplicación de la ley y la seguridad vial.
1Ampliando la vigilancia: la DGT va más allá de la velocidad
Desde el año 2016, los radares de la DGT han trascendido su función tradicional de control de velocidad, adquiriendo la capacidad de verificar aspectos técnicos y legales de los vehículos en las carreteras.
Un comunicado oficial de la DGT emitido en ese entonces dejó claro que cualquier método automatizado de captura de imágenes podría ser empleado para evaluar las condiciones legales y técnicas de los vehículos ante la administración. Esto implica que estos radares pueden reconocer matrículas y, por lo tanto, identificar vehículos que no cumplan con requisitos tales como la ITV o el seguro obligatorio.