El Dolphin se posiciona como la puerta de acceso a la gama de la marca china. Se trata de un compacto de 4,29 metros de longitud; por tanto, se posiciona claramente en el segmento C, que supone un 18 % del mercado español y en el que ha aumentado considerablemente la demanda de opciones 100 % eléctricas. No en vano, ahora encontramos modelos como el Peugeot E-308, el MG4 o el Opel Astra Electric.
En esta primera toma de contacto hemos podido probar la versión con batería de 60,4 kWh, una autonomía de 427 kilómetros y 204 CV de potencia, que representa el tope de la gama. Está disponible con dos niveles de equipamiento, Comfort y Design, cuyo precio de catálogo es de 35.690 y 37.690 euros, respectivamente. No obstante, ambos se benefician de una rebaja de 3.000 euros, vigente hasta el 31 de diciembre de 2023, y pueden acogerse al Plan Moves III que el fabricante chino se encarga de adelantar al cliente. De este modo, hablamos de un precio de partida de 24.480 euros.
Más adelante se pondrán a la venta dos versiones más del Dolphin: una de 95 CV con batería de 45 kWh acabado Active y otra de 177 CV, con idéntica batería y nivel de equipamiento Boost. Sus precios de catálogo, sin descuentos ni ayudas gubernamentales, son de 29.990 y 30.690 euros respectivamente, aunque las autonomías (pendientes de homologación) son notablemente inferiores: 340 kilómetros en el menos potente y 310 km en el de 177 CV.
Así es el BYD Dolphin
En esta primera toma de contacto con el BYD Dolphin hemos elegido el acabado Comfort, que ya viene provisto de llantas de 17 pulgadas, espejos retrovisores plegables eléctricamente, asientos delanteros calefactados, cuatro puertos de carga USB tipo C (dos delante y dos detrás), sensores de aparcamiento delanteros y traseros, etc. La principal diferencia respecto al Design está en el diseño de las llantas, en la carrocería bicolor con techo en color de contraste, el techo solar panorámico, los cristales traseros oscurecidos (ventanillas y luneta) y en el cargador inalámbrico para móviles.
El Dolphin transmite una buena sensación de calidad, tanto en lo referente a materiales como por aislamiento del habitáculo. A 120 km/h apenas se aprecian ruidos aerodinámicos o de rodadura, por lo que, en este sentido, está a la altura de cualquiera de sus rivales europeos y asiáticos.
En cuanto al manejo de las funciones, el centro neurálgico está en la pantalla central de 12,3 pulgadas que puede girar para visualizarla en vertical o en formato panorámico, para lo cual sólo es necesario pulsar un botón en el volante (también en la propia pantalla). No obstante, se emplean mandos físicos para diversas funciones, como encender y apagar la climatización (no hay mando para regular la temperatura) o elegir el modo de conducción. En este conjunto de mandos ubicados bajo la pantalla también está en selector del cambio.
La instrumentación consta de una pequeña pantalla de 5 pulgadas en la que aparece destacada la velocidad, y a menor tamaño, la autonomía. No obstante, hay bastante más información, lo que hace que sea algo compleja de un primer vistazo.
La habitabilidad es buena tanto delante como detrás, sobre todo en relación a su compacto tamaño exterior; no obstante, la parte negativa se la lleva el maletero, con sólo 345 litros.
Así va el BYD Dolphin
Esta versión de 204 CV, las prestaciones son más que holgadas, tanto en aceleración como a la hora de recuperar velocidad. En cuanto al consumo, durante los primeros tres cuartos de la prueba (unos 85 kilómetros), que discurrieron por carreteras nacionales atravesado poblaciones, se mantuvo en unos 13,5 kWh cada 100 kilómetros, y sólo tras la última parte, todo por autovía, aumentó hasta 14,5 kWh. Un dato bastante inferior a la cifra oficial, establecida en 15,9 kWh/100 km.
En cuanto al comportamiento, la suspensión filtra a la perfección los baches lo que, unido a la buena insonorización, lo convierte en un coche bastante cómodo. El balanceo en curvas es muy comedido, a pesar de ser un coche más alto de la habitual en un compacto.