Si bien faltan muchos años para que la totalidad de los coches que circulen por las carreteras sean eléctricos, la fecha prevista para que los motores de combustión dejen de venderse si este definida. La comisión europea plantea que en 2035 los tradicionales gasolina y diésel desaparezcan del mercado, y por ende, de nuestras calles y carreteras.
Con esta previsión y el constante crecimiento del parque automovilístico, en esta modalidad no contaminante, las preguntas y dudas aparecen a la misma velocidad. ¿Está la red de distribución preparada? ¿existen suficientes garantías de oferta y atención a los clientes demandantes de energía eléctrica? ¿Qué ocurre si todos cargan el coche a mismo tiempo?
1Las incertidumbre en los coches eléctricos como referencia
El coche eléctrico que se presenta como la alternativa, casi definitiva, para la transición energética de la movilidad no deja de plantear dudas y crear incertidumbre. Si bien parece claro que ha llegado a nuestras vidas para quedarse, especialmente en las grandes ciudades y para traslados urbanos, cuando el modelo se intenta extrapolar a grandes grupos logísticos y resto del sector transporte, las deficiencias en infraestructuras de recarga y las propias características de precio y autonomía que ofrecen estos vehículos, siembran cierta paranoia respecto de su eficacia.
Sin embargo las cifras demuestran que las ventas de este tipo de coches están creciendo, y si bien no lo hacen exponencialmente, si se confirma la constante. Así en 2035 cuando dejen de fabricarse y venderse los motores tradicionales de combustión, el parque automovilístico quedara conformado por los híbridos, los eléctricos y los restantes coches de combustible fosil, que permanecerán hasta su definitiva desaparición.