Puede que parezca un poco simplista el titular, pero define a la perfección lo que es el nuevo Ford Mustang. El deportivo americano se presenta como siempre, es decir con su clásico motor V8 -ya no hay concesiones al Ecoboost-, con sus prestaciones radicales, con su estilo inconfundible de deportivo puro y duro, con equipamientos para llevar a lo más alto el comportamiento dinámico. Pero además, explora en estos nuevos tiempos la digitalización para conquistar a los clientes que, además de todo lo que ofrece el Mustang quieren que sea un modelo ‘conectado’.
Es el último de los atractivos que el legendario Mustang a su larga historia de 60 años para seguir siendo una leyenda y seguir cautivando con esta nueva generación que llega a Europa con un diseño vanguardista, variantes cabrio y coupé y un precio que le permite sacar pecho y decir que no hay en el mercado un modelo deportivo que ofrezca más por menos. Porque los 61.150 euros que cuesta son una cifra irrisoria teniendo en cuenta ese V8 de 446 caballos y 540 Nm de par y las prestaciones que garantiza.
Como corresponde a las virtudes clásicas del coche, conviene hablar del trabajo mecánico y de sus mejoras. Vemos aquí que el Ford Mustang estrena un nuevo motor de 5.0 litros que condensa el rendimiento habitual de estos motores. Cuenta con un nuevo sistema de admisión de aire doble que le permite ofrecer una respuesta más rápida, con un sistema de escape activo que cambia el sonido y el volumen del motor. Con ello se consigue que en conducción urbana no se moleste pero que en carretera abierta muestre ese inconfundible sonido. El resultado en cifras son esos 446 caballos que se traducen en unas prestaciones excepcionales, como los 250 km/h de velocidad máxima o los 4,9 segundos que tarda en acelerar de 0 a 100 km/h el Mustang Coupé GT con el cambio automático.
Seis modos de conducción para el Ford Mustang
Como la conducción es una de las virtudes históricas del Mustang, el nuevo modelo ofrece hasta seis modos de conducción que ajustan la respuesta del vehículo tanto para aumentar la confianza sobre una superficie mojada, la diversión en una carretera con curvas o el rendimiento en un circuito de carreras. Se pueden seleccionar los modos Normal, Sport, Slippery, Drag y Track, además de un modo personalizable para cada conductor, para ajustar el comportamiento a los gustos de cada uno.
Y para que no falte de nada, dispone del paquete Performance de serie para ofrecer la máxima sensación de control en todo momento, ya sea en carretera o circuito. Cuenta por ejemplo con frenos Brembo integrados en las llantas de aleación de 19 pulgadas que ofrecen una frenada perfecta para las necesidades del coche. Y hay más delicatessen para conseguir el comportamiento más deportivo, como el diferencial de deslizamiento limitado que reduce el patinaje de las ruedas para mejorar el agarre, especialmente en las curvas.
Y si todo eso aún le parece poco a algún conductor, Ford se permite el lujo de ofrecer una versión todavía más radical -más enfocada a circuito aunque perfectamente utilizable en el día a día- el Dark Horse. Está desarrollado pensando en los programas de competición basados en Mustang en los que va a competir este modelo en 2024, incluyendo circuitos legendarios como Le Mans e Interlagos.
El Ford Mustang Dark Horse, aún más radical
Para ello, el Ford Mustang Dark Horse propone elementos de diseño funcionales que realzan su apuesta por un rendimiento sin concesiones. Vemos aquí cómo cuenta con un alerón trasero fijo inspirado en los coches de carreras, faldones laterales y un difusor trasero que también mejoran el rendimiento aerodinámico. A lo que suma un estilo aún más radical con elementos de diseño exclusivos, como faldones laterales inferiores, salidas de escape cuádruples oscurecidas. Y lo remata con colores específicos, como la exclusiva pintura metalizada Blue Ember.
Además de que su rendimiento mejora y llega hasta los 453 caballos de potencia, manteniendo los 540 Nm de par. Y sus prestaciones aún son más impresionantes, como los 4,4 segundos que el Ford Mustang Dark Horse tarda en pasar de 0 a 100 km/h en la versión con cambio automático de 10 velocidades -5,2 segundos cuando se trata de la versión de cambio manual de seis marchas. Todo ello, manteniendo los 250 km/h de velocidad máxima.
Digitalización en el interior
En las virtudes clásicas de un Mustang vemos que la marca no ha dudado en absoluto para seguir aumentando la leyenda… Y en las nuevas características, tampoco. Por eso, en la parte de la digitalización, el deportivo americano se sube al carro de las pantallas. En el interior, una pantalla totalmente digital, con un panel de instrumentos de 12,4 pulgadas y una pantalla central de 13,2 pulgadas orientada hacia el conductor, son las grandes protagonistas de un habitáculo en el que se sigue manteniendo la filosofía deportiva.
El trabajo en esas pantallas es espectacular y se puede personalizar cómo se ofrece la información con una selección de colores y efectos visuales, el software de juegos Unreal Engine soporta gráficos animados interactivos, y se puede modificar fácilmente los ajustes a través de la pantalla central tocando y deslizando. Es tan llamativo que a veces dan ganas de quedarse mirando las pantallas en lugar de la carretera.
Pero para llamativo, el estilo exterior del nuevo Mustang, tanto en su versión coupé o descapotable. En ambas se aprecia la evolución de los 60 años de historia de este modelo, con un capó esculpido y unos poderosos flancos traseros. Todo ello combinado con el nuevo alerón delantero y los faldones laterales mejoran la aerodinámica. Y rematado por un toque que combina tecnología y deportividad con las luces LED que actualizan las clásicas luces traseras de tres barras.
Arrancamos el Ford Mustang y empiezan las sensaciones
Siendo mucho lo que ofrece el Ford Mustang solo con el repaso de sus características, lo realmente importante empieza en el momento en el que nos acomodamos en su espectacular asiento -que sujeta y abraza al conductor-, apretamos el botón de encendido y el bramido de su V8 ya nos anuncia lo que nos espera. Y lo que nos espera es lo que desde hace 60 años está ofreciendo el Mustang: sensaciones.
Empezamos con el Mustang GT Cabrio y lo hacemos con la capota quitada para disfrutar a cielo abierto. Tenemos un recorrido por la ruta Napoleón que va desde la Costa Azul a Grenoble. Zona de montaña, de curvas enlazadas, de curvas cerradas, de todo tipo de subidas y bajadas en las que el modelo americano la goza… Y nosotros mucho más. Sorprende la suavidad y finura del V8, algo que nos invita a pensar que podría ser nuestro coche para todos los días. La dirección es perfecta por precisión y tacto; los frenos muerden cuando es necesario y las suspensiones, duras, te llevan cómodamente por cualquier zona.
Y en cuanto hundes el pie en el acelerador -llevamos una versión con cambio automático- se desata la fiera y las aceleraciones son fulgurantes, los adelantamientos en un suspiro. Pura diversión, como se espera en un Ford Mustang. Por cierto, sorprende el cabrio por las pocas turbulencias en el interior cuando circulamos descapotados y por la excelente insonorización cuando viajamos con la capota puesta.
Tras la parada, cambio de coche y nos toca el Dark Horse, con cambio manual. Parece imposible, pero el torrente de potencia y de sensaciones es aún mayor. No nos atrevemos a medirlo en datos, pero las sensaciones es que este Dark Horse está todavía más ‘reconcentrado’, con más carácter… Seguro que en circuito y con un correvit en la mano, los datos son favorables a esta versión que es el summumm de los 60 años de historia del deportivo del óvalo. Un purasangre.