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Porsche celebra los 50 años del turbo en ‘la mejor carretera del mundo’

No todos los días se cumple medio siglo de un hecho esencial en la industria automovilística. Que se lo digan a Porsche, que lleva todo este año celebrando el 50 aniversario de la fabricación del primer modelo de serie equipado con tecnología turbo que, cómo no, fue un 911 que abandono la línea de producción de Zuffenhausen en 1974.

Por aquel entonces, a más de 1.500 kilómetros al sureste de Europa, se inauguraba la Transfagarasan, una carretera situada en la parte oriental de Rumanía que actualmente es considerada por muchos como la mejor ruta para coches del mundo. Con esta excusa, la firma de Stuttgart se ha desplazado hasta este lugar para celebrar los dos aniversarios.

Lo cierto es que existen diversas carreteras que compiten por ser la mejor del mundo. Algunas aspirantes a este título son la Angeles Crest de Los Ángeles (EE. UU.), la carretera alta de la Selva Negra (Alemania), la ruta N9 que recorre Marruecos de centro a sur, o cualquiera de las vías de North York Moors (Reino Unido). Sin duda, cualquiera de ellas podría figurar en la prestigiosa lista de las más adecuadas para disfrutar al volante. Para muchos, sin embargo, la Transfagarasan es la campeona indiscutible.

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Porsche Turbo, Transfagarasan, 60 invitados y 300 kilómetros por delante

Como tributo al 50º aniversario de la Transfagarasan, Porsche Europa Central y Oriental (PCEE) reunieron a 60 invitados de 16 países en un viaje de 300 kilómetros para celebrar las cinco décadas de Porsche Turbo.

La carretera Transfagarasan tiene 91 kilómetros de longitud y serpentea por el sur de los Cárpatos. Se creó originalmente para proporcionar una ruta estratégica entre Transilvania y Gran Valaquia, y para su construcción, entre 1970 y 1974, se emplearon más de 6.000 toneladas de dinamita. Determinar la pendiente, los cambios de elevación y los radios de curva óptimos para una conducción dinámica en coches deportivos de última generación no era, desde luego, una de las prioridades cuando se definió esta ruta que atraviesa las montañas. Pero el trazado final, dictado por el vasto paisaje natural, es tan extraordinario que sería difícil pensar en algo mejor.

Durante los meses fríos del año, e incluso más allá, la carretera es un lugar peligroso debido a la nieve y al riesgo siempre presente de avalanchas. De hecho, permanece cerrada al tráfico entre octubre y junio. Pero cuando llega el buen tiempo, el puerto se transforma en un maravilloso mundo verde, que además esconde secretos que lo hacen aún más atractivo para los visitantes. Tal es el caso de la sección sur, en los alrededores de la villa de Arefu, donde se encuentra el castillo Poenari. Esta edificación, hoy en ruinas, fue la residencia de Vlad III el Empalador, príncipe rumano del siglo XV que inspiró al escritor Bram Stoker a crear el personaje protagonista de su novela Drácula.

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Los invitados tuvieron la oportunidad de conducir modelos Turbo actuales de Porsche como el Panamera Turbo E-Hybrid, el Cayenne Turbo E-Hybrid con paquete GT y el 911 Turbo S de la generación 992. El Museo Porsche también aportó algunos de los icónicos Turbo clásicos que custodia, como un 911 Turbo 3.3 (930), un 911 Turbo 3.6 (964) y el último de la era refrigerada por aire, un 911 Turbo S (993).

El hogar de los turbo

El Hotel Castelnor tuvo un papel protagonista en el evento convirtiéndose en la “Casa de los Turbo” durante diez días. Los modelos citados y un 911 Turbo S Exclusive Series que permaneció expuesto, transformaron la encantadora propiedad de Transilvania en una auténtica experiencia. La exhibición permitía a los visitantes hacer un recorrido autoguiado por la magnífica historia de la marca, con piezas de apoyo como un modelo seccionado del primer motor Porsche biturbo (de la generación 997 del 911) y diversos componentes que ilustraban el carácter pionero de los vehículos Porsche con propulsores turbo.

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“Nos impresionó la cálida hospitalidad de la gente y la rica herencia del país”, dice Venceslas Monzini, jefe de relaciones públicas de PCEE. “El tiempo también acompañó, lo que siempre es una ventaja cuando utilizamos modelos históricos”. Poder conducir coches tan especiales e icónicos en la que probablemente sea la mejor carretera del mundo, resultó algo verdaderamente único para todos los participantes. “Ver estos automóviles -algunos de ellos joyas de museo- sobre un asfalto tan emblemático ha sido una experiencia para recordar”, añade Monzini.

Un equipo de instructores de la marca estuvo a disposición de los invitados para guiarles a lo largo del trayecto y ayudarles a sacar el máximo partido a los vehículos. La ruta, de 300 kilómetros, incluía cientos de curvas, 833 pequeños puentes y cinco túneles. Incluso se dejaron ver hasta 15 osos pardos durante el recorrido. La jornada permitió a los probadores experimentar todo aquello que distingue a los modelos Turbo y los sitúa en la cumbre de sus respectivas gamas: desde la extraordinaria dinámica de chasis, hasta el asombroso par motor de los propulsores sobrealimentados.