«Creo que he sido una parte importante de este equipo en los últimos cuatro años, intentando preparar este equipo para el campeonato el próximo año, el hecho de que estoy pilotando bien, siendo rápido con el coche, y pensar que voy a dejar el equipo en cinco carreras, me deja un poco… No sé como decirlo, no con una buena sensación». Carlos Sainz acababa de lograr la pole del Gran Premio de México de forma avasalladora, con dos vueltas que dejaban a sus rivales a un mínimo de dos décimas, una elevada diferencia para los estándares de esta temporada.
Ya desde el viernes comenzó dominando, y en los clasificatorios confirmó no tener rival alguno. Ni siquiera su compañero de equipo. Por segunda vez batía a Charles Leclerc, que tan solo podía ser cuarto.
“He trabajado durante el último parón en esa clasificatoria porque sentí que en Singapur y en las últimas carreras no estaba maximizando algo, el potencial que yo creía que tenía el coche, y está dando sus frutos», avisaba el sábado, recordando las carreras de Bakú y Singapur, en las que no daba con la tecla de la preparación del neumático.
El nivel mostrado por el madrileño en las últimas carreras, su sintonía con el SF24, y el nivel competitivo alcanzado por el monoplaza italiano hace más dolorosa su despedida de Ferrari. Augura una máquina ganadora el próximo año, pero su asiento el fruto de su trabajo estos años será recogido por Lewis Hamilton.
La primera, en la frente
La cita mexicana ofrecía un panorama fascinante antes de la luz verde. Ferrari llegaba a cuatro puntos de Red Bull en Constructores, y apuntando a seguir recortando terreno. Lando Norris, por su parte, necesitaba parar en seco la reciente recuperación de Verstappen si quería aspirar al título de pilotos. Tres monoplazas distintos, todos con aspiraciones a los títulos, salían en las tres primeras posiciones: Sainz, Verstappen, Norris, y a la caza, el Ferrari de Leclerc. Pérez y Piastri habían quedado fuera de juego en el Q1 del sábado.
Todo piloto que sale en primera posición en el Hermanos Rodríguez tiene complejo de pato sentado, como se conoce en el argot automovilístico a quien tiene una larga recta por delante y es fácilmente comido por el rebufo de sus rivales. Sin embargo, Carlos Sainz fue engullido por Max Verstappen, que salía a su derecha, y no por quien venía por detrás.
La altura, la baja densidad del aire, la pista resbaladiza para el neumático y la necesidad de refrigeración conceden a la primera posición un valor especial en este circuito. Con su maniobra, Verstappen arruinaba momentáneamente la potencial victoria de Sainz, quien se vería obligado rodar a su estela en una pista donde no resulta tan fácil el adelantamiento.
“Iba con rabia”
Sin embargo, tan pronto se abrió el uso del DRS, Carlos Sainz se fue a por el holandés. No había otra si quería el triunfo que el ritmo de su monoplaza tenía entre sus neumáticos, como pudo comprobarse desde el viernes. No podía arruinarse la mejor opción de triunfo desde Australia. Ya en Austin Verstappen le arruinó esa posibilidad con la melé de la primera curva.
“Venía con rabia, porque perder la posición en la salida no me ha gustado, y he dicho “tengo que arriesgar” en esta primera con DRS que aún tienes neumático y arriesgas, y venía picado de la salida, me he tirado y ha funcionado, a Max, o te tiras así agresivo, o no le pasas nunca, tocaba ser agresivo hoy, lo he sido”.
Sainz se lanzó desde la distancia al afrontar la primera curva, sorprendiendo a un Verstappen que mandaba fuera de la pista a quien se le ponía en paralelo. Ha cogido el truco al reglamento, y corre al pie de la letra y sin piedad con las reglas en la mano. Sainz ya tuvo que salirse en la primera curva tras la salida. No iba a cometer el mismo error y le tiró desde la distancia su Ferrari al Red Bull. Donde Norris no pasaba después, lo hizo antes el madrileño.
“De qué vas…”, Carlos Sainz dice lo que piensa
El camino quedaba en principio despejado para Sainz, confiando en la superioridad de las simulaciones del viernes. Sin embargo, llegaría un segundo momento clave de la prueba. Verstappen volvió a hacer de las suyas con Norris, sacándole dos veces de la pista. Le caerían dos sanciones con un total de veinte segundos. Pero en la última escaramuza, como en Austin, era Leclerc quien se aprovechaba y saltaba a la segunda posición.
El monegasco se marchó a por Sainz a un ritmo innecesariamente rápido considerando que el primer juego debía alcanzar la vuelta 30. Leclerc llegó a colocarse a un segundo del madrileño, buscando batalla. Fue entonces cuando llegó el mensaje del madrileño por la radio.
Un algo así como “De qué va Charles, que tontería está haciendo”. Ferrari tenía la carrera dominada, ahora en peligro de que sus dos pilotos se enzarzaran en una pugna que solo podría beneficiar a sus rivales. El McLaren suele encontrar mucha vida en la parte final de sus relevos, y Sainz tenía la mosca detrás de la oreja.
“En el calentón del momento, digo lo que pienso y no me callo. Tenía esa sensación, sé el ritmo que tengo, cómo hago desliar el neumático, y el debía ir deslizando todavía, yo estoy haciendo todo lo posible para ayudar al neumático hasta esa vuelta 30 que tenía como objetivo, y tenía a Charles detrás de mí con ganas”, explicaba el madrileño sobre ese mensaje para poner orden en el equipo. Porque parecía además que Leclerc se saltaba todos los planes estratégicos convenidos en la reunión de la mañana.
El error de Leclerc
“He dicho “estamos primeros y segundos, vamos a cuidar este neumático, porque al final de relevo puede que Max o Lando sean más fuertes, y efectivamente mis miedos se confirmaron, estaba claro que había que guardar neumático, y me he podido escapar”.
Leclerc se descolgó hasta los siete segundos, e incluso fue alcanzado, efectivamente, por el McLaren de Lando Norris. A falta de cinco vueltas, Leclerc incluso se salía espectacularmente al entrar en la recta. A punto estuvo de irse contra los muros. De haber provocado un coche de seguridad, hasta la victoria de Sainz pudo peligrar.
Afortunadamente para Sainz la carrera no tuvo mayores incidentes. Dominio en libres, pole, líder de la carrera todas las vueltas con la excepción de las dos primeras a la estela de Verstappen, el madrileño aplastaba a sus rivales. Y a su compañero de equipo, que es quien se queda en Ferrari.
Con la cabeza alta
“Quería esta victoria desde Australia”. Consciente de que quizás en mucho tiempo no vuelva a ganar, Sainz estaba obsesionado por aprovechar la oportunidad que le brinda un monoplaza ganador, ahora que el SF24 ha revivido. Buscaba una suerte de orgullosa de reivindicación para reafirmar que no es su rendimiento el que le ha dejado fuera de Maranello, sino el capricho de la cúpula por traerse a una ‘prima dona’ con siete títulos, “alguien que quería acabar su carrera en Ferrari”. Pase lo que pase en las cuatro carreras restantes, Carlos Sainz sabe que se marcha con la cabeza alta. Y aún espera alguna oportunidad más.
El segundo puesto de Norris y el sexto de Verstappen renuevan la intensidad del título de pilotos. El británico reduce la diferencia a 47 puntos, a falta de cuatro grandes premios y dos carreras esprint. Por su parte, Ferrari ya ha superado a Red Bull por el segundo puesto, y cuenta con 537 puntos por los 566 de McLaren, con el título ahora al alcance de la mano.
Hamilton y Russell terminaban en cuarta y quinta posición tras una reñida pugna entre ambos durante toda la prueba, mientras que Haas metía a Magnussen (séptimo) y Hulkenberg (noveno) de nuevo en los puntos. Oscar Piastri arañaba para McLaren en la octava posición y Pierre Gasly cerraba en los puntos.
Homenajes, pero no resultado
En cuanto a Fernando Alonso, triste culminación la de su gran premio número 400 que ‘celebraba’ con su primer abandono de la temporada, cuando residuos de otro monoplaza en sus tomas de refrigeración le obligaban a abandonar en la decimosexta vuelta por la elevada temperatura en los frenos de su monoplaza.
“Fue un buen fin de semana. He sentido mucho amor por todos en el paddock, mucho respeto”, declaraba el asturiano al terminar, en referencia a los múltiples homenajes recibidos durante todo el fin de semana, incluso por equipos rivales. “Fue bueno sentir eso y tengo un sentimiento positivo de este fin de semana, a pesar del resultado”. Desde luego, por reconocimiento no pudo quedar más satisfecho. Hasta un casco de porcelana conmemoratorio recibió antes de su gran premio 400.