La inminente Cumbre del Clima -COP29- que se celebra en Baku vuelve a poner el foco en la necesidad imperiosa de tomar medidas para salvaguardar el planeta. De cara a esta cumbre, Michael Lohscheller, CEO de Polestar, aporta la visión de su marca, cien por cien eléctrica, y de los retos a los que se debe dar respuesta ya.
Michael Lohscheller. CEO de Polestar
Nos hallamos ante un momento decisivo en el que nuestras promesas sólo tienen valor si las cumplimos.
Estamos en 2024 y las emisiones de gases de efecto invernadero siguen siendo cada vez mayores. Y eso a pesar de todo lo que se habla del tema, de los ambiciosos objetivos marcados y, lo que es peor, de todas las inversiones realizadas por organismos públicos y empresas del sector privado. ¿Qué es lo que falta? Más decisión y una respuesta más rápida. Pero eso no se consigue así como así. Hay que tomar medidas y actuar ya.
El sector del transporte, y la industria del automóvil en particular, dispone de la tecnología y las herramientas necesarias para contribuir a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero: la electrificación. Así de sencillo. No existe ninguna otra tecnología fiable y madura que pueda ayudarnos a cumplir los objetivos del Acuerdo de París.
Los vehículos eléctricos son cada vez mejores en términos de autonomía, velocidad de carga, infoentretenimiento y confort. De hecho, si alguien quiere comprar un buen coche, lo más probable es que la versión eléctrica sea mejor que la que tiene motor de combustión interna. Pese a ello, el ritmo de adopción en general no sólo no se acelera, sino que en muchos casos se está ralentizando.
Hay países donde está aumentando el nivel de adopción de los vehículos eléctricos, como Noruega, India o China, por citar sólo algunos. Son excelentes ejemplos de los efectos exponenciales que se pueden conseguir con pequeños incentivos y una postura clara. La decisión de un consumidor de adquirir su primer vehículo eléctrico genera un efecto contagio similar al observado con otras soluciones sostenibles, como la energía solar.
En lugar de acelerar, muchos legisladores están dando marcha atrás. Los ambiciosos planes de la UE para retirar del mercado los vehículos de combustión interna están siendo cuestionados por los mismos políticos que los introdujeron, alegando una supuesta necesidad de “fomentar la competencia y proteger los puestos de trabajo”. Al mismo tiempo, cada vez hay menos ayudas a la creación de empleo para empresas como Northvolt o Vattenfall (una de las muchas que invierten en energía eólica), pese a su enorme importancia para la competitividad de nuestra región en el futuro.
Por desgracia, lo mismo está ocurriendo en otros mercados y zonas geográficas, donde legisladores e inversores permiten que problemas coyunturales y pequeños cambios de opinión frenen la adopción de medidas decisivas contra el cambio climático, en lugar de hacer lo que prometieron a sus votantes y accionistas. Todo ello pone en riesgo nuestros objetivos para 2035.
Estas indecisiones no sólo ralentizan la transición verde, sino que también hacen que opciones menos sostenibles continúen siendo más prácticas y económicas.
Instamos a los legisladores e inversores presentes en la COP29 a que mantengan sus compromisos y confirmen su apoyo a las soluciones de que disponemos para luchar contra el cambio climático, incluyendo un apoyo decidido a la transición hacia la movilidad eléctrica y la elaboración de un plan para fijar un precio global de las emisiones de carbono.
Somos muchas las empresas grandes y pequeñas que ya estamos decididas a hacer realidad esta transición. Nuestro trabajo, nuestras tecnologías y nuestra fe inquebrantable pueden resultar muy útiles para acelerar el proceso.