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El esperado Leapmotor B10 no será ‘made in Polonia’. Pero se fabricará en Europa

El sector automotriz se enfrenta a uno de los cambios más significativos en su historia reciente. Leapmotor, un fabricante chino de vehículos eléctricos, y Stellantis, el conglomerado automotriz resultante de la fusión entre PSA y FCA, han decidido modificar su hoja de ruta respecto a la producción de algunos de sus modelos. En un giro inesperado, ambos fabricantes han descartado la fabricación conjunta de los modelos T03 y B10 en Polonia.

El estado actual de la producción del T03 y B10

Según fuentes cercanas a Stellantis, la producción del vehículo T03 en la planta de Tychy, Polonia, continúa «según lo planeado». Sin embargo, las mismas fuentes no han hecho comentarios sobre el futuro del B10. Esta falta de información genera incertidumbre en el sector, especialmente considerando que estos cambios pueden tener repercusiones significativas tanto en la logística como en el mercado europeo.

Alternativas de producción: Potencial desplazamiento a Alemania y Eslovaquia

Con el futuro de la producción del B10 en el aire, se han barajado varias alternativas. Se ha mencionado que la joint venture entre Leapmotor y Stellantis podría evaluar la posibilidad de trasladar la producción a la planta de Eisenach, en Alemania. Este centro de producción es conocido por fabricar modelos Opel y podría ofrecer ventajas estratégicas para ambas empresas.

Además, se está considerando la planta de Trnava, en Eslovaquia, como otra opción viable. Ambos países ofrecen un entorno favorable para la fabricación automotriz, así como una infraestructura robusta y un acceso directo a mercados europeos clave.

Contexto del sector automotriz en China: Presiones gubernamentales

Estos cambios se producen en un contexto en el que el Gobierno chino está presionando a sus automovilísticas locales para que detengan su expansión en Europa. Esta tensión se manifiesta en una crisis arancelaria con Bruselas, que ha afectado la importación y exportación de vehículos eléctricos. Las autoridades chinas han emitido advertencias claras que han llevado a varias empresas a revisar sus planes de negocio.

Ejemplos de firmas chinas que paralizan sus operaciones

  1. Dongfeng: Este fabricante, que tenía planes para anunciar la instalación de una fábrica en Italia, ha decidido pausar todas sus operaciones en respuesta a las directrices de su Gobierno.
  2. MG (SAIC Motor): Originalmente, este fabricante iba a pronunciarse sobre la ubicación de su fábrica en Europa, pero hasta la fecha no ha compartido sus planes.
  3. Chongqing Changan Automobile: Recientemente, este fabricante estatal canceló la presentación de su marca en Europa, mientras que Chery ha decidido retrasar la fabricación de vehículos eléctricos en su planta de Barcelona, programada para octubre de 2025.

BYD: Un caso excepcional en el mercado

A pesar de la difícil situación que atraviesan muchas empresas chinas, BYD sigue adelante con sus planes de expansión. Este fabricante de vehículos eléctricos está avanzando en la construcción de una fábrica en Hungría, con la intención de eludir los aranceles comunitarios. Además, BYD está considerando levantar otra planta en Turquía con una inversión de más de 900 millones de euros, lo que refleja su voluntad de adaptarse a las dinámicas del mercado europeo.

El impacto en el mercado automotriz europeo

La decisión de Leapmotor y Stellantis, junto con las acciones de otras firmas chinas, marca un punto de inflexión en la producción automotriz en Europa. Estos movimientos pueden dar lugar a una mayor competencia entre los fabricantes locales y asiáticos, obligando a todos a adaptarse a un entorno de mercado en rápida evolución.

Retos y oportunidades para los fabricantes locales

Oportunidades: Este escenario también presenta oportunidades para los fabricantes europeos. Con la reducción de la producción de firmas chinas, puede haber un espacio para que los fabricantes locales aumenten su cuota de mercado, especialmente en el sector de vehículos eléctricos.

Retos: La creciente presión arancelaria, junto con la incertidumbre sobre el futuro de la producción en Europa, obliga a los fabricantes a replantearse sus estrategias. Muchos podrían verse obligados a ajustar sus precios y reducir costes para mantenerse competitivos.