Cuando Jay Larson, un podólogo de Arizona, compró su Tesla Cybertruck, la conducción era perfecta y silenciosa, como cualquier propietario de un vehículo de lujo eléctrico podría esperar. Sin embargo, una serie de eventos inesperados transformaron su experiencia de conducción en una fuente de frustración. Tras un cambio de parabrisas en su concesionario Tesla debido a un defecto de fábrica, el Cybertruck comenzó a emitir un molesto silbido de viento al circular a alta velocidad. Larson, decidido a restaurar la tranquilidad en su vehículo, acudió al servicio técnico de Tesla, esperando que la reparación fuera rápida y efectiva.
Al principio, el concesionario en Tempe, Arizona, se mostró receptivo y trató de solucionar el problema, asegurándole que el ruido ya no debía ser una preocupación. No obstante, Larson pronto comprobó que el sonido persistía, así que decidió regresar para exigir una revisión más detallada. La respuesta de los técnicos fue desconcertante: le informaron que el silbido era “normal” en los Cybertrucks y que no podían reproducir el ruido que él describía ni siquiera a velocidades de autopista. Para colmo, le dieron a entender que la situación no tenía solución posible. Esto fue, en palabras de Larson, un clásico “todos hacen eso, señor”, una explicación que no calmó su inquietud.
La forma en la que el dueño del Tesla Cybertruck solucionó el problema
Ante la falta de una solución satisfactoria, Larson no se resignó. A pesar de haberse gastado una suma considerable en un vehículo de alta gama, que teóricamente debería garantizarle una experiencia de conducción impecable, decidió tomar cartas en el asunto. La idea de tener que soportar el ruido de forma permanente lo llevó a investigar por su cuenta, en busca de un arreglo que él mismo pudiera implementar. Así fue como encontró una posible solución en un material sencillo de bricolaje que prometía sellar el molesto espacio del parabrisas que originaba el problema.
La respuesta estaba en Amazon. Larson encontró un rollo de burlete de silicona de 9 mm, una simple tira de goma con propiedades aislantes que, según sus estimaciones, podría ajustar en el hueco superior del parabrisas, el sitio que creía causante del problema. El coste de este material fue irrisorio, apenas 12,99 dólares (unos 12 euros), una cantidad ridícula en comparación con el precio del Cybertruck. Sin dudarlo, hizo el pedido y se preparó para realizar la reparación él mismo. Al recibir el burlete, quitó una pequeña porción del adhesivo, convencido de que no necesitaría más fijación, ya que la tira encajaba de manera natural y firme en el espacio problemático.
Los resultados que obtuvo Larson al conducir su Tesla a 145 km/h
La prueba de fuego llegó cuando volvió a conducir su Tesla Cybertruck después de instalar el burlete. Larson comprobó que, efectivamente, el molesto silbido había desaparecido. Incluso a velocidades de 145 km/h, el vehículo recuperó el silencio característico de los eléctricos, brindándole finalmente la experiencia de conducción que había perdido tras la reparación inicial. Aunque logró resolver el problema con una inversión mínima, Larson lamenta haber tenido que gastar algo de su bolsillo para arreglar una falla que, en su opinión, debería haber sido responsabilidad de Tesla.
Este incidente pone de manifiesto un problema recurrente en el servicio técnico de ciertas marcas de lujo, en el que no siempre se satisfacen las expectativas de los clientes, pese a los elevados precios de sus productos. El caso de Larson resalta el ingenio y determinación de los consumidores que, ante la falta de soluciones, buscan alternativas por cuenta propia. Aunque satisfecho con el resultado, Larson espera que Tesla revise sus procesos para que, en el futuro, otros propietarios no tengan que enfrentarse a la misma frustración ni a la necesidad de convertirse en sus propios técnicos para disfrutar de la calidad que esperaban al adquirir un vehículo premium.