Su nombre resuena con fuerza en el ámbito financiero gracias a Fisher Investments, una de las gestoras de activos más importantes a nivel mundial. Sin embargo, lo que realmente capta la atención no es su éxito profesional, sino su estilo de vida austero y sus reflexiones sobre el dinero y la herencia.
Fisher, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, ha optado por mantener una conexión con las raíces que lo forjaron. Un ejemplo de ello es su fiel Volvo de 25 años, que todavía conduce con orgullo. Este vehículo, resistente al paso del tiempo, simboliza mucha más durabilidad mecánica; representa su filosofía de vida basada en la simplicidad y el pragmatismo.
1Más que una fortuna: una lección de vida
Fisher no nació en la opulencia ni fue criado con lujos. Su padre, un hombre pragmático, le inculcó desde temprana edad el valor del esfuerzo y la autosuficiencia. «No te daré dinero, pero te daré todo el tiempo que quieras», decía. Este enfoque, lejos de ser una desventaja, se convirtió en el motor que impulsó a Fisher a construir un imperio financiero comenzando con apenas 250 dólares.
Hoy, Fisher no solo mantiene esa ética de trabajo, sino que la transmite a sus hijos. Ha dejado claro que no heredarán grandes sumas de dinero, asegurando que «no pasarán hambre», pero que tampoco tendrán una riqueza que los prive de la necesidad de trabajar. Para él, el trabajo no es solo un medio de sustento, sino una actividad terapéutica que enriquece la vida.