Los Picapiedra (en inglés, The Flintstones) es una serie de animación creada por William Hanna y Joseph Barbera, estrenada por la cadena estadounidense ABC el 30 de septiembre de 1960 y emitida allí hasta el 1 de abril de 1966, con un total de 166 episodios. En España se emitió originalmente entre 1964 y 1970, si bien la serie ha sido difundida en incontables ocasiones.
Aparte de sus personajes principales (Pedro Picapiedra y Pablo Mármol o Fred Flintstone y Barney Rubble, en inglés), la serie contaba con un universo propio que fue tremendamente popular, con el pueblo de Piedradura (Beadrock, en inglés) como escenario general, la cantera en la que trabajaban los protagonistas o la bolera en la que vivían sus momentos de ocio en una paródica versión de la clase media de la sociedad norteamericana ambientada en una Edad de Piedra en el que los dinosaurios, los tigres dientes de sable, los mamuts y otros animales hoy extintos coexistían con los humanos.
Tampoco faltaban en el universo de los Picapiedra los “electrodomésticos” ingeniosamente animados por animales prehistóricos, pero si algo destacaba en esa imaginaria prehistoria eran los automóviles formados por troncos de madera y ruedas de piedra, en los que el motor eran las propias piernas de sus ocupantes. Hablamos del mítico troncomóvil.
A la venta el troncomóvil de Pedro Picapiedra
Parece ser que un fanático de Los Picapiedra decidió modificar un carrito de golf, carrozándolo como el troncomóvil de Pedro Picapiedra, conocido en versión original como Canopysaurus Flintmobile. Su actual vendedor lo adquirió en diciembre de 2024, y un mes más tarde lo puso a la venta en la web de subastas on-line Bring a Trailer.
En lugar de rodillos de piedra y bastidor de madera, el troncomóvil es en realidad una especie de carrito de golf eléctrico carrozado con materiales compuestos. Tiene marcha atrás, un toldo, dos filas de asientos tipo banco, luces auxiliares en el techo, luces de freno… y poco más. Ni siquiera tiene matrícula o permiso de circulación, así que sólo puede usarse en recintos privados.
Alguien va a pagar más de 12.000 euros por el coche de los Picapiedra
Lo curioso es que el vehículo se ha puesto a la venta en Pompano Beach, Florida, y en el momento de escribir estas líneas su puja máxima alcanza ya los 12.750 dólares, equivalentes a 12.321 euros, todo ello a pesar de que el vehículo carece de odómetro, por lo que se desconoce su kilometraje. Tampoco hay velocímetro, si bien no parece que sea muy necesario.
Técnicamente, de lo poco que sabemos es que el motor eléctrico está conectado a seis baterías y acciona las ruedas traseras. Así que no cabe esperar demasiada potencia ni una gran autonomía. No obstante, en la versión norteamericana de Car & Driver afirman que el coche de los Picapiedra alcanza las 9 mph, equivalentes a algo más de 14 km/h.
A la vista de las fotos, parece que las seis baterías (de ácido) están instaladas en serie y son de 8 voltios, 56 amperios y 160 Ah. Los bornes no presentan el mejor aspecto posible, y la carcasa de las baterías a la altura de los bornes tampoco. Además, el compartimento donde están alojadas es de madera, y se encuentra entre las dos filas de asientos. No es una buena idea.
Un sencillo cálculo nos sugiere que el motor está alimentado a 48 voltios (6 baterías x 8 voltios) y libera una potencia máxima de 2,7 kW (48 voltios x 56 amperios), que son unos 3,7 CV, lo que no está nada mal. En cuanto a la capacidad máxima de las baterías, cada una de ellas puede acumular 1.280 Wh o 1,28 kWh (160 Ah x 8 voltios), por lo que la suma de las seis baterías totaliza 7.680 Wh o 7,7 kWh, lo que tampoco está tan mal para moverse por un entorno cerrado, donde debería permitirnos cerca de tres horas de uso continuado a la máxima potencia.
Evidentemente, no vamos a aconsejarte que pujes por un vehículo ya de por sí excesivamente caro que, una vez embarcado en un contenedor y desembarcado en España, tendrá que pagar además IVA y tasas aduaneras. A todo esto, tampoco nos atrevemos a predecir la valoración oficial del funcionario de aduanas al que le toque hacer el cálculo, pero lo que sí tenemos claro es que no nos importaría darnos una vuelta mientras exclamamos: “Yaba Daba Doooooo!”