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El coche más lamentable con el que puedes llegar al casino de Mónaco

La noche en el Casino de Mónaco es un espectáculo digno de admirar. Un desfile de superdeportivos y sedanes de lujo, donde cada vehículo es una declaración de estatus y opulencia. Lamborghinis, Ferraris, Bugattis y Rolls-Royces forman parte del paisaje nocturno, reflejando las luces del principado en sus impecables carrocerías.

Sin embargo, entre el rugido de motores V12 y el brillo del cromo, una escena desconcertante captó la atención de los presentes: un multimillonario descendiendo de un eléctrico que estaba muy lejos de ser un vehículo exclusivo o de alta calidad. Entre tanto lujo, fue raro ver a este automóvil que fue tan criticado cuando salió al mercado por sus prestaciones.

¿Cuál es el coche humilde que apareció en el casino de Mónaco?

Este multimillonario se bajó de un Fiat 500e, un pequeño eléctrico de ciudad, completamente fuera de lugar en el santuario del lujo automovilístico.
Este modelo, con su modesto diseño y diminutas dimensiones, es un vehículo ideal para las congestionadas calles de Milán o París, pero verlo llegar a la entrada del Casino de Mónaco fue poco menos que un sacrilegio para los amantes del automóvil.

Los asistentes, acostumbrados a presenciar la llegada de coches cuyo precio supera con facilidad los seis o siete dígitos, no pudieron evitar las miradas de desconcierto e incredulidad. ¿Era esto una broma? ¿Un acto de protesta contra la ostentación? ¿O simplemente el capricho de alguien que, por alguna razón, decidió no encajar en el glamour del lugar?

¿Qué características tiene este Fiat que llegó a Mónaco?

¿Cuál es el coche humilde que apareció en el casino de Mónaco?

A pesar de su motor eléctrico, que ofrece un desempeño eficiente para trayectos urbanos, sus 118 caballos de fuerza y su limitada autonomía lo convierten en un contraste casi humorístico frente a los hiperdeportivos que dominan la escena. Lo cierto es que, más allá de la sorpresa inicial, la presencia del Fiat 500e evidenció lo arraigada que está la cultura del lujo en Mónaco.

Aquí, el automóvil no es solo un medio de transporte, sino una extensión del estatus social. Llegar en un auto eléctrico de menos de 30.000 euros a un sitio donde un Bugatti Chiron o un Rolls-Royce Phantom es la norma no es solo un despropósito: es una anomalía que no pasa desapercibida. Este episodio generó opiniones divididas. Mientras algunos se reían del insólito contraste, otros defendían la audacia de la decisión.