El Bugatti Veyron se ganó su puesto en la historia del automovilismo como el coche más rápido del mundo hace ya 15 años. Con una velocidad máxima homologada de 407 km/h, este superdeportivo marcó un antes y un después en la industria del motor. Pero más allá de su impresionante potencia, hay un elemento que ha capturado la curiosidad de los amantes del automóvil: su exclusiva llave de velocidad, cuyo valor ronda los 10.000 euros.
El proceso de desbloqueo de esta velocidad no es sencillo ni inmediato. Al insertar la llave especial, el sistema electrónico del Bugatti Veyron activa una serie de comprobaciones de seguridad. Los neumáticos, la presión y la temperatura son evaluados minuciosamente. Posteriormente, la suspensión se ajusta: el eje delantero baja hasta los 65 mm y el trasero a 70 mm, reduciendo la altura del coche para mejorar la aerodinámica.
¿Qué tiene de especial la llave de Bugatti para costar tanto?
La llamada “llave de velocidad” del Bugatti Veyron no es un elemento cualquiera. Es una pieza fundamental para desbloquear todo el potencial del vehículo. Sin ella, la velocidad máxima del coche está limitada a 380 km/h, una cifra que ya resulta impresionante, pero que no satisface a los ingenieros y propietarios de este hiperdeportivo. Alcanzar la barrera de los 400 km/h requiere de esta segunda llave, diseñada con tecnología avanzada para garantizar que el coche se configure de manera óptima para tal hazaña.
El valor de 10.000 euros de esta llave radica en su tecnología y en el significado que representa: es el pase exclusivo al régimen de velocidad extrema, una especie de «sello de poder» para quienes se atreven a llevar al Veyron al límite. Su precio también se justifica por la exclusividad y la complejidad del proceso de fabricación de un componente tan específico, pensado únicamente para un coche que fue, durante mucho tiempo, el rey indiscutible de la velocidad.
¿Por qué Bugatti decidió hacer esto con la llave del Veyron?
El ritual de la llave de velocidad no es un capricho, sino una medida necesaria para garantizar que el coche se mantenga estable y seguro al romper la barrera de los 400 km/h. Estas modificaciones permiten al Bugatti Veyron pegarse al asfalto y evitar que se despegue a tales velocidades extremas. Sin estos ajustes, intentar superar los 400 km/h podría convertirse en una temeridad mortal, incluso para los pilotos más experimentados.
El 19 de abril de 2005, el piloto Uwe Novacki logró llevar el superdeportivo hasta los 411 km/h en el circuito de Ehra-Lessien, aunque los registros oficiales homologaron la cifra en 407 km/h. Aquella velocidad fue la culminación del sueño de Ferdinand Piëch, quien buscaba construir un gran turismo capaz de superar a los míticos coches de carreras de Le Mans. Y, aunque el trono de la velocidad ha cambiado de manos con los años, la leyenda del Veyron y su llave de velocidad perdurará en la historia del automovilismo.
