Mientras los salones del automóvil tradicionales no viven su mejor momento, foros “alternativos” como el CES Las Vegas o Rétromobile se han convertido en atractivos escenarios para las marcas más tradicionales, interesadas en mostrar músculo tecnológico y presumir de su legado a partes iguales, algo esto último que no todos los fabricantes pueden hacer.
Pasear por el pabellón principal del parisino recinto ferial Puerta de Versalles rodeado de increíbles automóviles clásicos salpicados de piezas de arte, coleccionismo y puestos ambulantes de Champagne tiene algo de irreal.
Cuando has visto ya el sexto Ferrari F40, el séptimo R5 “culo gordo” o el enésimo Cobra decides simplemente dejar de contarlos. Y si habitualmente –como es mi caso– escribes noticias sobre vehículos únicos subastados por millones (a veces decenas de millones) de euros y al doblar una esquina te encuentras con alguno de ellos, en vivo, “mirándote” directamente a los ojos, la experiencia puede resultar sobrecogedora y puede hacer que comprendas –e incluso que padezcas– el síndrome de Stendhal, esa enfermedad psicosomática que cursa con taquicardias, felicidad, emoción descontrolada e incluso desvanecimientos desatados por la contemplación de una obra de arte extraordinaria o un conjunto de ellas.
En Rétromobile hay tesoros escondidos en los lugares más insospechados
Afortunadamente, no hay desvanecimientos que reportar, y sí un primer consejo para visitantes: hay mucho que ver y, sobre todo, muchos automóviles que querremos contemplar en detalle, por lo que lo ideal es acudir a primera hora y quedarse hasta el cierre, aprovechando los primeros instantes y los últimos para contemplar aquellos automóviles que realmente queramos inmortalizar en nuestra memoria, ya que la afluencia de público es masiva.
Otro consejo es recorrer cada centímetro cuadrado del recinto, ya que tanto en la periferia del enorme pabellón principal como en los más alejados pabellones 2 y 3 hay tesoros escondidos, alejados de las calles principales, de los estands más amplios, de las luces más potentes y de las plataformas. Arrinconado en un pasillo encontramos, por ejemplo, un Alfa Romeo SZ, uno de esos extraordinarios ejemplos de artesanía italiana con el sofisticado toque de Robert Opron, quien vestía con una futurista y agresiva carrocería coupé el bastidor del Alfa 75 aderezado con suspensiones de grupo A modificadas por Giorgio Pianta; una exquisitez fabricada a mano (que no diseñada) por Zagato en Milán.
Siguiendo con Opron, por aquello de que estamos en Francia y por dar una cierta impresión de orden en este caótico relato, sus criaturas nos asaltan casi a cada paso, con una especial presencia de los Citroën SM personificando el pasado más glorioso de la firma de los dos chevrones, que en 1970 decidió fabricar un gran turismo que aunara las prestaciones de un Maserati (marca que había adquirido dos años antes) con el confort del DS.
Homenaje al Citroën DS en Rétromobile 2025
Precisamente el Citroën DS original, re-estilizado en 1967 por el propio Opron sobre el escultural diseño original de Flaminio Bertoni y el ingeniero aeroespacial André Lefèbvre, era el protagonista tanto del cartel de la feria como del estand oficial de la marca DS, que ofrecía una retrospectiva del modelo que revolucionó las suspensiones con la incorporación del aún hoy vanguardista sistema hidroneumático desarrollado por el nunca suficientemente reconocido Paul Magès.
Cuentan que Paul Ernest Mary Magès (1908-1999) “se atrevió” a diseñar la suspensión hidroneumática beneficiado por su escasa formación técnica, que le impidió entender la dificultad de este desafío. Y es que Magès había entrado en Citroën como delineante técnico a los 17 años, pero Pierre Boulanger supo ver el talento de Magès y le encomendó el diseño de una suspensión que debía combinar confort y estabilidad como hasta entonces nadie había logrado.
El despliegue con el que DS había decidido celebrar el septuagésimo aniversario del Citroën DS y arropar el lanzamiento de su nuevo DS N°8 era abrumador. El buque insignia de la marca premium francesa, fabricado en Melfi (Italia) sobre la plataforma STLA Medium de Stellantis con sistema motriz eléctrico, era uno de los protagonistas contemporáneos de Rétromobile, donde un puñado de fabricantes exhibía también modelos de su gama actual o futura arropados por vehículos de su glorioso pasado.
Las marcas populares presumen de legado en Rétromobile
Además de DS, éste era el caso de Škoda, Mazda o Toyota. Los checos presumían de 130 años de historia en un estand de 500 metros cuadrados con 16 modelos de diferentes épocas. Mazda aprovechaba para celebrar el trigésimo quinto cumpleaños de un eternamente joven MX-5, mientras Toyota presumía de 60 años de “investigación e innovación en el campo de la electromovilidad” sobre un estand de 250 m2 en el que el pequeño coupé Sports 800 y el GR Yaris Rally1 eran los verdaderos protagonistas.
Todo ello y muchísimo más es lo que nos ha dejado un Rétromobile con 146.000 visitantes que durante cinco días han podido contemplar 2.000 automóviles y motocicletas mostrados en 80.000 m2 del recinto Puerta de Versalles y han podido padecer (o disfrutar) el síndrome de Stendahl ante alguno de ellos.