El Rolls-Royce Silver Seraph no es un modelo más. Se trata de un auténtico puente entre la época “clásica” de Rolls-Royce y la actual etapa de la compañía, adquirida en 1998 por BMW. En realidad, la historia es mucho más compleja, con Volkswagen como dueña inicial de la compañía y BMW como suministradora de los motores y propietaria del nombre “Rolls-Royce”, pero esta es una historia que merece contarse detalladamente en otro momento.
El caso es que en 1998, BMW y Volkswagen acuerdan una hoja de ruta por la que entre 1998 y 2002 Volkswagen mantiene el control sobre la producción de los automóviles de Rolls-Royce junto con los de Bentley en Crewe, y a partir de 2003 los Rolls-Royce comienzan a fabricarse en una factoría creada en Goodwood por BMW.
En ese impasse, BMW suministraría los motores a los modelos de Rolls-Royce (y al Bentley Arnage), comenzando por este Silver Seraph, que era el estilizado sustituto del anguloso Silver Spirit, si bien Volkswagen mantendría la producción en Crewe, y el Silver Seraph se convertiría en una especie de modelo de transición entre la época clásica de Rolls-Royce y la nueva etapa en Goodwood, con BMW al frente.
El Rolls-Royce Silver Seraph es el primer Rolls diseñado “a máquina” en lugar de “a mano”
A pesar de su aspecto clásico o continuista, con las líneas de carrocería de tres marcados volúmenes alejada del diseño pontón que supuso toda una revolución en 1965 con la introducción del Rolls-Royce Silver Shadow y sus característicos dobles faros redondos, el Silver Seraph fue el primer Rolls-Royce de la historia diseñado mediante ordenador (CAD) y, como hemos visto, el primero propulsado por un motor V12 de BMW.
Así que el Rolls-Royce Silver Seraph (1998-2002) reemplazaba al Silver Spirit (1980-1997), y éste, a su vez, al Silver Shadow (1965-1980), por lo que el nuevo modelo suponía además el fin de los ciclos de vida largos tradicionales de los modelos clásicos de la marca británica; ciclos de vida necesariamente largos para amortizar los costes de desarrollo con producciones anuales bajas; algo que también iba a cambiar a partir de este Silver Seraph.
Para ello, el equipo de diseño había de crear un automóvil que pudiera satisfacer simultáneamente las contradictorias exigencias del mercado británico y el norteamericano. Los primeros se mostraban incómodos con las exhibiciones ostentosas en un momento de recesión económica, mientras que al otro lado del Atlántico querían un coche que celebrara sin complejos la riqueza y el éxito.
A parte de todo esto, el Rolls-Royce Silver Seraph había de ser más habitable, tener un maletero de mayor capacidad y respetar el diseño clásico de los modelos precedentes en un momento en el que la línea de los automóviles había virado hacia formas orgánicas, con siluetas en forma de cuña, volúmenes bajos en la zona delantera y zagas elevadas. No fue fácil, pero el Silver Seraph consiguió satisfacer a todos.
El Rolls-Royce Silver Seraph comenzó a diseñarse en 1984
Bajo el nombre de proyecto SBX, el diseño del Rolls-Royce Silver Seraph comenzó en realidad en 1984. Inicialmente, el plan era construir las variantes Rolls-Royce y Bentley del SXB sobre la misma base, pero con carrocerías diferentes. Posteriormente se decidió que las carrocerías serían idénticas, y que con un cambio de parrilla, faros, “mascotas” y diversos elementos sería suficiente. Sin embargo, incluso con este importante ahorro, el proyecto se detuvo en 1992 por razones financieras.
Finalmente, el diseño del Silver Seraph se reanudó en enero de 1994 con una cintura descendente más contemporánea, al tiempo que conservaba algunos elementos de la influencia icónica del Silver Cloud. Los diseñadores prestaron especial atención a las vistas del tres cuartos trasero y de la zaga, razonando que, debido a su rendimiento, estos eran los ángulos desde los que el Rolls-Royce Silver Seraph sería visto con mayor frecuencia por otros automovilistas.
En octubre de 1994, el SXB (entonces rebautizado como proyecto P600) recibió el visto bueno oficial para su lanzamiento en 1998. Por primera vez para la marca y como un anticipo de lo que vendría después, los nuevos modelos estarían equipados con motores BMW: un V12 de 5,4 litros para el Rolls-Royce y un V8 de 4,4 litros para la variante de Bentley (el Arnage).
Seis meses después, en mayo de 1995, el P600 fue rebautizado como P3000 (P2000 para la variante Bentley) y se ultimaron los detalles de diseño. Después de numerosas modificaciones, la carcasa del radiador era menos angulosa y más redondeada que el diseño original, la mascota del Espíritu del Éxtasis también se redujo ligeramente frente al Silver Spirit, mientras que la vista lateral conservaba los sutiles pero claros rasgos de estilo del Silver Shadow.
El nuevo Rolls-Royce Silver Seraph se presentó a la prensa mundial en enero de 1998 en el castillo de la Torre Ackergill, en Escocia. Se informó a los periodistas allí reunidos de que el coche tenía “solidez sin pesadez, autoridad sin arrogancia, elegancia sin esfuerzo, presencia sin pompa”.
El Rolls-Royce Silver Seraph tuvo una vida breve pero intensa
El Silver Seraph se mantuvo en producción hasta 2002, junto con una versión de batalla larga presentada en 2000, conocida como Park Ward Rolls-Royce Touring, unos cuatro años después de que BMW Group adquiriera la marca Rolls-Royce. De hecho, el uso del sistema de propulsión, la experiencia y la ingeniería de BMW fue un poderoso argumento para hacer que Rolls-Royce resultara atractivo a un buen número de nuevos propietarios.
Tras haber tardado 14 años en pasar de la mesa de diseño a la carretera (el período de gestación más largo de cualquier Rolls-Royce en la historia), el Silver Seraph tuvo una de las vidas más cortas. Sin embargo, sigue siendo un modelo muy importante cuyo éxito fue crucial para asegurar la pervivencia de la marca británica.
Andrew Ball, director de Relaciones Corporativas y Patrimonio de Rolls-Royce Motor Cars, recuerda que “el Silver Seraph es singularmente importante como vínculo tangible y tecnológico entre las eras anteriores a Goodwood y la contemporánea de Rolls-Royce […] Su desarrollo fue extraordinariamente prolongado, con muchos giros y vueltas, en un momento de grandes desafíos económicos y requisitos de clientes muy diferentes en los principales mercados de Rolls-Royce. El hecho de que haya respondido a su complejo encargo con tanto éxito y belleza es un tributo a los equipos de diseño e ingeniería, que combinaron innovación e imaginación con su fidelidad a los principios fundamentales de la marca”.