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La increíble historia de la barqueta Fournier-Marcadier FM01

Sí. Es rosa, es una barqueta biplaza y puede que no te suene de nada… o puede que sí, en cuyo caso sabrás que tiene una interesante historia detrás. Pero comencemos poniendo un poco en contexto el hallazgo. Classicbid subasta durante estos días en Stuttgart (Alemania) una veintena de coches clásicos de competición.

Entre los lotes hay algo de morralla, aunque también podemos encontrar un par de Alpine A110 de los años 70, un Fiat 595 Abarth del principio de la misma década, un Ferrari 308 GTB Grupo 4 –uno de los coches de rallys más bonitos de todos los tiempos, todo sea dicho– o un deseable Renault 5 Alpine Turbo de 1982.

Pero entre todos los vehículos puestos a subasta por Classicbid hay también auténticas rarezas que probablemente sólo conozcas si tienes gasolina corriendo por tus venas, si eres un auténtico amante de la competición y si te suenan de algo nombre como Michel Debré o Georges Pompidou. Efectivamente, vamos a viajar a Francia y vamos a viajar en el tiempo. ¿Empezamos?

barqueta Fournier-Marcadier

A subasta esta barqueta Fournier-Marcadier

Nacido en 1925 en la ciudad francesa de Lyon, André Marcadier comenzó fabricando bicicletas con cuadros propios de aluminio en un lejano 1947. De ahí pasó al karting, cuyas creaciones cosecharon numerosos éxitos, incluido un campeonato de Europa de Resistencia en 1961. Poco después, André coincidiría en el Autódromo de Linas-Montlhéry con “un tal” Colin Chapman, y el fabricante lionés decidió trasladar todo su conocimiento al mundo de los automóviles deportivos.

Así, Marcadier se asoció con su amigo y carrocero lionés Marcel Fournier para fabricar un ligero biplaza a partir de un chasis tubular propio y una probada mecánica popular. A partir de 1963, la barqueta Marcadier-Fournier sería el primer automóvil francés vendido en kit para montar en destino.

Su carrocería de poliéster –hoy lo llamaríamos “polímero”, que suena más cool–  era bastante refinada para tratarse de una creación artesanal, con un innegable recuerdo al Lotus 23 (1962-1963) de Colin Chapman. El motor, procedente del Renault 8 Gordini, con cuatro cilindros en línea 1,1 litros y 52 kW (70 CV) iba colocado en posición central trasera longitudinal, atornillado a un soberbio chasis tubular que recogía toda la experiencia de Marcadier.

Refinada por fuera y espartana por dentro, la barqueta Fournier-Marcadier o Marcadier-Fournier (según quién hable de ella) carecía de la más mínima concesión al lujo, ya que la idea era que el vehículo fuera asequible, ligero y rabiosamente deportivo para poder ofrecer un precio de venta lo más bajo posible.

David contra Goliat, y el legado de Marcadier

La barqueta nació, así, a mediados de los años 60 y fue un rotundo éxito, llegando a desbordar la capacidad de producción de estos dos artesanos convertidos en fabricantes de automóviles deportivos. Hubo incluso un trofeo monomarca disputado con estas barquetas, que a partir de 1967 cosecharon reseñables éxitos en Fórmula Libre con Roger Cohen al volante.

De esta barqueta derivaría también el Coupé Barzo, que igualmente lograría dignos resultados, como el décimo puesto de François Lacarrau en el Gran Premio de Paris a Montlhéry (1968), compitiendo sin pudor contra rivales al volante de Ferraris, Porsches 906 o Matras, propulsados por motores de entre 250 y 400 CV frente a los escasos 105 CV de la mecánica Renault-Gordini de este David enfrentado a Goliats.

Finalmente, en 1970, Marcel y André se separaron, pero este último continuó fabricando barquetas, coupés, monoplazas y así hasta 16 modelos que totalizarían cerca de 600 unidades hasta finales de los años 90. Ya retirado, André Marcadier fallecería en su Lyon natal a la edad de 88 años.

Pocos como Marcadier han hecho tanto para democratizar el deporte del motor, supliendo con ingenio, calidad y ligereza la diferencia de potencia que casi siempre separaba los vehículos Marcadier de sus rivales.

En cuanto a esta unidad, se trata de una barqueta pilotada por una tripulación alemana abanderada de la prevención del cáncer de mama; de ahí el llamativo color rosa de su carrocería. Importada desde Bélgica en 2010, va propulsada por su motor de Renault 8 Gordini original, y su odómetro registra 17.162 kilómetros.

Mide únicamente 2,27 metros de longitud, pesa 460 kilos, y en el momento de escribir estas líneas su puja más alta alcanza los 30.000 euros, un precio elevado teniendo en cuenta que las creaciones artesanales de Marcadier no suelen encontrarse en el mejor estado –como ocurre frecuentemente con los automóviles clásicos de competición–, no tienen tridentes, caballos encabritados ni escudos de armas coronando sus capós y pertenecen a esa “serie B” de la historia que sólo quienes tienen gasolina corriendo por sus venas, sólo los auténticos amantes de la competición saben apreciar en su justa medida.