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El embrague y los amortiguadores afectan a la suspensión: una guía para entenderlo

El desgaste de los amortiguadores es una de las consecuencias del uso continuado de un vehículo y que debe ser atendida. Realizar una revisión periódica del embrague y los amortiguadores resulta esencial para que el coche esté en unas condiciones óptimas para la conducción. De lo contrario, el resultado puede ser muy negativo, hasta el punto de poner en riesgo la integridad del conductor y los pasajeros. Este requerimiento abarca a todos los modelos, ya sean de coches de tamaño pequeño y mediano, como de modelos superiores como en el caso de los amortiguadores BMW E46.

Los efectos de unos amortiguadores desgastados se aprecian en diferentes acciones del vehículo. Este hecho puede afectar negativamente el rendimiento de los frenos, ya que supone un incremento de la distancia de frenado del vehículo. Esto es especialmente peligroso en situaciones de frenado de emergencia. Además, el riesgo de derrapes en superficies mojadas aumenta. Se produce lo que se conoce como ‘aquaplaning’.

Mayor riesgo

Los amortiguadores en mal estado también pueden afectar la capacidad de control del vehículo, pues provocan rebotes excesivos, oscilaciones o balanceos al tomar curvas o al ser afectado por el viento lateral. Con el tiempo, los amortiguadores pierden su habilidad para gestionar la transferencia de peso, lo que reduce la sensación de estabilidad y control. Esto es peligroso, especialmente si los neumáticos pierden contacto con la carretera, ya que en una emergencia podría ser difícil manejar el vehículo de manera segura.

Cuando los amortiguadores están desgastados, permiten más movimiento de la suspensión, lo cual genera un impacto en piezas de la dirección, frenos y otras partes del sistema de suspensión. Este desgaste acelerado de los componentes puede resultar en reparaciones más costosas a largo plazo.

El embrague es una pieza fundamental en el sistema de transmisión y, por lo tanto, en el correcto funcionamiento de la suspensión. Es la pieza encargada de conectar y desconectar el motor de la caja de cambios, lo que permite que el conductor cambie de marcha y controle la velocidad. Cuando el embrague presenta fallas, puede resultar más difícil cambiar de marcha o el coche podría atascarse en una sola marcha, lo que representa un riesgo para la seguridad de los ocupantes.

Un embrague en malas condiciones también puede interferir en el frenado, ya que si no está bien ajustado o está desgastado, el motor podría continuar funcionando aún cuando se presiona el freno, de manera que dificulta la detención del vehículo y aumenta el riesgo de accidentes.

Cuándo cambiarlo

Los síntomas que indican que el embrague está en mal estado y que, por lo tanto, merece ser, según AUTODOC, sustituto son el olor a quemado, la dificultad para engranar las marchas, una vibración en el cambio de marchas, endurecimiento del pedal o menor capacidad de aceleración, entre otros. Es recomendable verificar el estado de los amortiguadores cada 20,000 kilómetros, en el caso, por ejemplo, del BMW 3 E46.

Un método sencillo es aplicar presión hacia abajo en un extremo del vehículo: si este regresa a su posición inicial de manera gradual y sin rebotar, los amortiguadores están en buenas condiciones. Si el vehículo rebota, es señal de que los amortiguadores necesitan ser reemplazados.