Entre 1963 y 1977, el Alpine A110 estuvo en producción en las instalaciones de Alpine, empresa fundada por el piloto francés Jean Rédélé en Dieppe (en la región de Normandía, al noroeste de Francia). Pero los Alpine A110 se fabricaron también en otros lugares.
En España, es de sobra conocido que el Alpine A110 fue fabricado por FASA en Valladolid. Lo hizo entre 1967 y 1978, inicialmente con el motor de 1.108 cm3 para posteriormente pasar a montar motores de 1.289 y 1.397 cm3. A lo largo de este tiempo, se produjeron solamente 1.566 unidades.
Pero el Alpine A110 se fabricó también en Bulgaria, donde se fabricaron entre 60 y 120 unidades (según diversas fuentes) destinadas fundamentalmente a la competición. Las carrocerías se fabricaban inicialmente en Dieppe, si bien más adelante se produjeron también en la Alemania Oriental y en Polonia.
Y el tercer país que fabricó los Alpine A110 bajo licencia fue nada menos que México. Allí, la empresa DINA (Diesel Nacional), fundada en 1951 por el Gobierno Federal en Ciudad Sahagún, Hidalgo, llegó a fabricar cerca de un millar de unidades entre 1965 y 1974, y una de éstas se encuentra ahora a la venta en la web de subastas on-line Bring A Trailer.
Así es este Alpine A110 mejicano
Este Alpine A110, también conocido como Dinalpin A110 –con número de chasis 66MEX0101–, es una unidad de 1966, y cuenta con motor de 1,3 litros. A la vista de las fotos, no se encuentra en un estado impecable, pero tampoco parece estar muy mal, más allá de unas puertas que no encajan bien (algo habitual en las carrocerías de fibra de vidrio del Alpine A110), si bien el fondo carenado no deja ver realmente el estado del bastidor (que no estaba galvanizado) ni de la mecánica.
En cualquier caso, este Alpine A110 fue sometido a una “restauración” en Missouri antes de ser adquirido por su actual propietario, que lo tiene desde hace 10 años. Nos gusta, eso sí, comprobar que la carrocería está repintada en el color azul metalizado original, y que el motor de 1,3 litros respira a través de dos carburadores Weber de doble cuerpo con admisión directa para cada cilindro y se encuentra acoplado a una transmisión manual de cinco velocidades.
Son especialmente llamativas las llantas de rally de 13’’ pintadas de amarillo, los faros auxiliares tanto cuneteros como de largo alcance, las barras antivuelco, la tapicería interior negra y el volante Momocon la parte baja plana, tan de moda en la actualidad.
Su propietario lo tiene a la venta en Saint Augustine Beach, Florida, totalmente legalizado, y la puja máxima en el momento de escribir estas líneas es de 9.900 dólares, equivalentes a 9.045 euros; una auténtica ganga para un vehículo cuyos ejemplares de calle más deseables y mejor conservados superan, en Europa, los 100.000 euros.
Algunas que nos gustan de este Alpine A110
En el caso concreto del Alpine A110, las unidades con mayor demanda corresponden a las fabricadas en Dieppe y, especialmente, a las últimas series, con motores de 1.565 y 1.605 cm3 en versiones de 125 y 127 CV, que llegaron incluso a montar alimentación mediante inyección.
También son muy apreciadas las versiones de competición con pedigrí. De hecho, el Alpine A110 mejor pagado en una subasta se vendió en Artcurial (París) en 2019 por 369.520 euros. Se trataba de un 1.8 Grupo 4 con un destacable palmarés, ya que acabó primero en el Rally de Portugal de 1973 y segundo en el Montecarlo de ese mismo año.
Evidentemente, este Alpine mejicano, con su equipo de audio de los 90 y otros anacronismos, está lejos de ser tan codiciado, pero sigue siendo una auténtica ganga. Además de lo ya comentado, cuenta con frenos de disco servo-asistidos en las cuatro ruedas (los primeros Alpine de FASA montaban tambores traseros), unas suspensiones que parecen originales, los asientos también parecen originales, y el motor Cléon 1.3, con la culata de flujo cruzado, la alimentación por carburadores dobles con admisión directa y un escape 4-2 debería ofrecer en torno a 105 CV, que podrían ser incluso más en función del calado del árbol de levas y la compresión del motor.
Si a esto le sumamos un peso por debajo de los 800 kilos, una disposición “todo atrás” y una postura al volante que te hace ir pegado al suelo, llegamos a la conclusión de que este purasangre analógico dibujado por Giovanni Michelotti merece un comprador que sepa apreciar lo que tiene entre manos.
