En ocasiones, se puede ganar un Gran Premio sin subir a lo más alto del podio. Como Carlos Sainz en Monza, ante miles de tifosi. La imagen más deseada para un piloto de Ferrari. La que no pudo lograr Charles Leclerc a pesar de sus desesperados intentos y la connivencia de su equipo, que otras veces ha parado al español. A pesar de que Max Verstappen y Red Bull volvieran a copar ‘el cajón, esta vez con resultados históricos. Carlos Sainz fue elegido Piloto del Día en el Gran Premio de Italia. Porque no fue una carrera cualquiera para el madrileño.
El RB19 no disfrutaba de la velocidad máxima en Monza, pero sí del monoplaza más completo. Max Verstappen solo tuvo que esperar a la degradación de Carlos Sainz para abrirse camino hacia su décima victoria consecutiva, récord ya histórico en la Fórmula 1. Red Bull lograba la decimotercera, también cifra para los anales, que posiblemente seguirá creciendo durante esta temporada. Los triunfos del holandés ya no son historia en 2023, salvo el logrado en el Gran Premio de Italia.
En Monza, ante los tifosi, los protagonistas son Ferrari y sus pilotos. El fin de semana anterior Zandvoort fue un campo minado para el SF23, lastrado en las curvas largas y de carga aerodinámica. Era necesario salvar la dignidad en una temporada que ya podría considerarse fracasada ante las expectativas iniciales y la realidad posterior. Tan pronto Carlos Sainz salió a la pista en los libres del viernes, la sonrisa brilló en su rostro. Desde los primeros instantes parecía uno de esos fines de semana en los que, pletórico desde el primer minuto, Carlos Sainz estaba condenado a brillar. Lo hizo, como nunca en su carrera. Aunque no subiera a lo más alto del podio, como en Silverstone en 2022. Puede que este triunfo haya sido más relevante, por las circunstancias y el contexto.
La primera ‘victoria’ de Carlos Sainz
El madrileño no bajaba de la primera o segunda posición en las sesiones libres. Charles Leclerc necesitó incluso copiar literalmente la puesta a punto del español para acercarse. Carlos Sainz también afrontaba un gran desafío el sábado: plantar cara a su compañero de equipo, tradicionalmente endiablado a una vuelta. De nuevo, el madrileño repetía el esquema de los libres en cada bloque clasificatorio: a cada vuelta del rival, su respuesta.
Llegó el momento definitivo. Pasó Leclerc, que se colocó primero, luego llegaba Verstappen que, ante la decepción momentánea de los tifosi, arrebataba al ‘Predestinato’ la primera posición de parrilla. Quedaba Carlos Sainz por llegar. Durante unos segundos el mundo se quedó en suspenso para los aficionados italianos, que se temían lo peor. Pero el madrileño se había dejado margen para el último ataque y entró de forma brutal en Ascari y Parabólica. El rugido de los tifosi rodeó a Carlos Sainz tan pronto entró en la meta. “¡Dime que la tenemos!” le gritó a su ingeniero dos veces para recibir confirmación del júbilo y el rugido que le llegaban desde las gradas. Fue la primera gran victoria del fin de semana. No solo contra Verstappen. También con su mayor rival, Charles Leclerc.
“Por qué no soñar…” repetía a los medios Sainz después de la pole. ¿Ganar en Monza? ¿A un Red Bull con un mínimo de tres décimas por vuelta en las tandas largas el viernes? Sainz arrancó magníficamente y durante catorce vueltas tuvo a su espalda al holandés, quien retransmitía en directo a su equipo como el Ferrari iba perdiendo su neumático. Se lo recordó al final, en la sala pre podio. Al final, Sainz falló la frenada en la primera variante. Verstappen sacó la manita y dijo adiós, para siempre.
El segundo triunfo de Carlos Sainz
Aun quedaba solventar la parada en boxes. El equipo italiano tardó un segundo más con la de Sainz que con Leclerc. A punto estuvo el monegasco de superarle, qué hubiera ocurrido al final del gran premio si así hubiera ocurrido, vistos los últimos compases de carrera entre Sainz y Leclerc. Pero Sainz mantuvo la segunda posición. De nuevo, la presión, ahora de Checo Pérez. Una otras otro, el madrileño aguantó los envites, con un Leclerc que no atacaba ni una sola vez al mexicano. Se empezaban a perfilar sus intenciones. Pérez era muy superior con su Red Bull, que Sainz cayera era cuestión de tiempo. El monegasco no ayudaba a Sainz, se cuidaba a sí mismo para cuando el mexicano pasara a su compañero. Efectivamente, así fue.
Entraba en juego entonces el muro de boxes. ¿Congelaría posiciones Ferrari entre sus pilotos, con el podio a la vista? En Austria, Canadá, a Sainz le pidieron que se quedara a la espalda del Leclerc. En Hungría, incluso el equipo le hacía un ‘undercut’ al madrileño para compensar la mala parada en boxes a Leclerc. La lógica y la coherencia con otros momentos semejantes insinuaba que entre los dos pilotos no habría lucha en Monza. Todo lo contrario.
Leclerc se lanzó a por Sainz, una y otra vez. Llegaron a tocarse a la salida de la segunda variante. Sainz aguanto duro, como con Verstappen, como con Pérez, pero en ahora arriesgando el podio delante de los tifosi. “No risk” (sin riesgo) le indicaban a Leclerc. Es decir, vía libre para intentarlo hasta el final. Acabó fuera de la pista en el último intento. Sainz había ganado en Monza a pesar de ser tercero. A Leclerc, a su propio equipo, y quizás el corazón de muchos aficionados, que quizás le miren de otra manera tras su actuación en Monza. Solo uno de los pilotos subió al podio. Quien lo había merecido durante todo el fin de semana italiano.
Respecto al duelo final, Sainz no hizo alusión alguna a otros momentos de la temporada, manteniendo la misma línea de mensaje de Leclerc: “»Fue difícil. Fue una carrera dura, dura. Siempre ha sido un placer competir con Charles cada vez que hemos tenido la oportunidad. Un gran corredor, igual que Max y Checo. Nos divertimos mucho hoy y espero que todos lo hayan disfrutado”. La vía diplomática. En su fuero interno, Sainz se preguntaría qué hubiera sucedido si Charles Leclerc le hubiera adelantado en boxes.
«Ha sido muy difícil en la pista hoy. Sinceramente, no podría haber sido más difícil de lo que ha sido”, explicaba Sainz al terminar, “presionamos mucho para mantener a los Red Bull detrás de nosotros, pero usamos demasiado nuestros neumáticos traseros tratando de seguirles el ritmo mantenerlos atrás. Al final pagué el precio, pero hice todo lo que pude para defenderme de todos los coches que me atacaron y aún así logré terminar en tercer lugar”. No subió a lo más alto del podio, pero con los intratables Red Bull, ante los tifosi en Monza, Carlos Sainz había ganado.
“Estoy bien, perdí el podio, pero Carlos está ahí de todos modos, así que hay un Ferrari en el podio”, declaraba el monegasco. “Me habría decepcionado si hubiera sido una carrera aburrida y termináramos cuartos como lo hicimos, pero al final fue muy divertido. Lo disfrute mucho”. Afortunadamente, la sangre no llegó al río. El ridículo ante los tifosi hubiera sido enorme. Al acabar Leclerc se acercó en tono de broma a Fred Vasseur y le puso dos dedos en el cuello: para ver cómo estaba su pulso cardíaco.
En Monza a Alonso le tocó sufrir
Si en Zandvoort Sainz sufría y Alonso disfrutaba, los términos se invirtieron en Monza para ambos. El asturiano se bajó físicamente destrozado de su monoplaza. Las imágenes en carrera mostraban un monoplaza sin la menor carga aerodinámica, que llevaban por la calle de la amargura a Alonso, malabarista constante para no acabar fuera de la pista. Para compensar el ‘drag’ del AMR23 y ganar velocidad punta, el monoplaza británico salió muy descargado aerodinámicamente. Cada curva era una pista de patinaje para Alonso. Terminó noveno, sin nadie con quien poder pelear, solo contra su propio monoplaza. «La carrera más difícil y la más física que hemos hecho hasta ahora, porque el coche era muy difícil de conducir: había cero agarres, tenía menos estrés en Zandvoort con toda la lluvia…» declaraba al terminar. En un circuito de sólo seis curvas.
Alonso igualaba en Monza el peor resultado de la temporada, el noveno de Hungría. Eso sí, en todos los grandes premios ha entrado en el Q3 y ha terminado todas las carreras en los puntos. En esta ocasión, hasta desfondado físicamente. Aunque como siempre, al límite de rendimiento, del hombre, y de la máquina.