El duelo de Fernando Alonso y Esteban Ocon en el GP de Arabia Saudí puso en el mapa a Alpine por algo más que su rendimiento en este comienzo de campeonato. La llegada del español y la nueva era de la Fórmula 1 crearon grandes expectativas en torno a ambos, ilustrado por ese hipotético “Plan” que tanto éxito tuvo en las redes sociales y que incluso el equipo francés recogió en el alerón de su monoplaza a finales del año pasado. Pero tras dos carreras Alpine sigue cociéndose en el jugo de las expectativas por consolidar. Quienes soñaban que Alpine ganara carreras y Alonso podría luchar por el título en 2022, pueden olvidarse por el momento. ¿Qué pasa en Alpine?
La pretemporada ya empezó con señales de alarma. Sus primeros fundamentos indicaban una falta de preparación sólida para empezar el campeonato. En Montmeló se rodaba sin DRS y con la unidad de potencia capada. Hasta el propio equipo reconoció que no era el comienzo ideal, envuelto por esa enorme nube de humo en el A522 que hizo perder todo un día de trabajo. En Bahrein solo Alonso mostró cierto optimismo en la última jornada, quizás un tanto forzado. Amagos de esperanza, quizás válidos, pero con una falta de consistencia e irregularidad que confirmaba a un equipo con los deberes medio a hacer.
Alpine: primero, los cimientos, luego el edificio
El contexto que ayuda a intuir que detrás de esa foto global está esa cámara que la toma, que no es otra que la situación interna de Alpine, hoy un equipo en reconstrucción cuyo funcionamiento se materializa en la calidad de un monoplaza, un producto de la estructura que lo pone en pista. Durante 2021 se hizo tierra quemada con su cúpula. Desde la marcha de Remy Taffin, responsable de motores, a mitad de temporada, hasta el despido a final de año de Marcin Budkowski, un director técnico que intentaba ejercer de ‘team principal’, mientras que el brillante fichaje de Davide Brivio desde Moto Gp pasaba a ser encajado en un rol de compromiso al terminar el campeonato. La tormentosa salida de Alain Prost solo era otra toma de la temperatura interna en el equipo. Por no hablar de algunos fichajes de ejecutivos que no parecen haber creado en el mejor ambiente en Enstone. De estos polvos, los lodos.
Pero Alpine no ha perdido esa raza como equipo capaz de puntuar en veinte carreras del calendario en 2021 con un monoplaza congelado. Su tejido sigue existiendo, pero hoy está deslavazado. Para intentar rehacerlo se fichaba al competente ‘team principal’ en Force India y Aston Martin, Otmar Szafanauer, quien solo llegaba a final de temporada. En el aspecto técnico se fichaba como responsable a Pat Fry, un ingeniero competente, pero que nunca ha destacado por el genio de otros de sus colegas. Y que, desde luego, aún no ha tenido tiempo para desarrollar el proyecto del A522. Y como la Fórmula 1 demuestra una y otra vez, semejante reestructuración solo cuaja en resultados con el transcurso del tiempo. De aquí que Laurent Rossi, CEO de Alpine, hable de ese ‘Plan’, efectivamente, pero de “cien grandes premios”. Para entonces, Alonso posiblemente no siga en el equipo, pero habrá contribuido a hacerlo realidad sin recoger sus frutos.
Desde el punto de vista deportivo, las dos primeras carreras han mostrado la cara bifronte de Alpine: por un lado, los destellos de competitividad y potencial acompañado por el reverso de la falta de rendimiento del A522 según el circuito. Shakir y Bahrein, los dos primeros exponentes, son pistas de exigencias técnicas radicalmente diferentes. En la primera, Alpine se ilusionó con el séptimo puesto de Alonso el sábado. Pero no había nada que hacer el domingo. «Mucha degradación. Quizás tuvimos más que los demás. Fue una carrera difícil, sin las retiradas, los puntos hubieran sido difíciles», explicaría después con un resumen que, entre líneas, insinuaba esa falta de preparación de Alpine para esta nueva era: «Estamos aprendiendo mucho sobre el coche, los neumáticos y la degradación, la estrategia… Es la primera vez que hacemos paradas en boxes, hemos tenido problemas en invierno para practicarlas. Creo que el equipo hizo un gran trabajo con el tiempo limitado que ha habido».
Decepción de Alonso por no rentabilizar en puntos dos buenos fines de semana
Quinto y séptimo Ocon y Alonso en la parrilla, Alpine despertó lleno de oxígeno en Jeddah Corniche. Trazado de inferior degradación a Shakir, de curvas medias y muy rápidas, el A522 fluye mejor por este tipo de trazados. De aquí la necesidad de más ejemplos de circuito para próximas carreras. En el saudí también era propicio para contrastar la confianza de Alpine en la nueva unidad de potencia. En términos de rendimiento parece que satisfactoria, aunque no tanto en fiabilidad, como el propio Alonso padeció en dos ocasiones en el mismo fin de semana. Otro dato que añade más sombras a Alpine.
En la carrera, Alpine rodó como el cuarto equipo en pista. Pero un error de gestión permitió que sus dos pilotos se enzarzaran entre sí durante diez vueltas, dejando escapar al Mercedes de Russell y permitiendo la caza del Alfa Romeo de Valtteri Bottas. Szafanauer, recién llegado, no se atrevió a ejercer su autoridad tan pronto en detrimento de uno de sus dos pilotos, aunque las circunstancias de carrera lo aconsejaran. Otro lunar de gestión en la cara bifronte del equipo francés por parte de un ‘team manager’ todavía crudo que necesitará asentar su autoridad y experiencia para llevar al equipo a mayores cotas.
“Es decepcionante tener solo dos puntos después de dos grandes fines de semana”. Al final, Alonso no pudo recoger el sexto puesto al alcance de la mano tras una gran carrera, para acabar sin embargo golpeándose con las manos en su casco por la frustración mientras volvía andando a boxes “El ritmo parece un poco mejor de lo que dicen los resultados. Y les regalamos algunos puntos a quienes están detrás de nosotros”, se lamentaba el español al terminar la carrera. “Es un largo camino, la suerte cambiará y con suerte recibiremos algunos de estos regalos en el futuro”. Las próximas carreras lo dirán. De momento, las sombras van ganando terreno a las luces.