En las carreras, la inercia en la continuidad de resultados es como una bola de nieve. “Momentum”, le llaman. Otorga confianza, cohesiona y engrasa al conjunto técnico y humano. La dinámica en la que necesitaba entrar Ferrari tras los sucesivos golpes a Charles Leclerc, enmendados por la victoria del monegasco en el Gran Premio de Austria. La bola parecía que iba a ganar ganaba velocidad, hasta que en la vuelta 18 del Gran Premio de Francia se derritió de golpe
Red Bull y Ferrari enfocaron la cita francesa con dos estrategias diferentes para el RB18 y el F1-75. El equipo austríaco, con más velocidad punta y menos carga aerodinámica que Ferrari, que acentuaba las virtudes del F1 75 en las zonas sinuosas de Paul Ricard, a riesgo de que la mayor carga castigara más el neumático ante las altas temperaturas de un fin de semana bochornoso. Sainz tenía que buscarse la vida por otros derroteros al salir desde el fondo de la parrilla a consecuencia del fiasco del Red Bull Ring.
Ferrari necesitaba una segunda victoria consecutiva
Ferrari necesitaba una segunda victoria consecutiva, crucial para recortar diferencias antes de las vacaciones de verano. Tras la carrera austríaca, Mattia Binotto reconocía que el monoplaza italiano había limado las dos décimas que le separaban del austríaco. Cerrar en agosto a un puñado de puntos de Verstappen y con un F1-75 que parece un cohete permitiría afrontar la segunda parte del campeonato con otro espíritu. Efectivamente, el ritmo de Sainz y Leclerc en los entrenamientos confirmaba que la bola de Ferrari podía ganar velocidad. Verstappen ni siquiera pudo superar el ritmo en el Q3 que Sainz había mostrado en el Q2, permitiéndose este el lujo incluso de lanzar a su compañero a la que también podía haber aspirado el español, como él mismo reconoció el sábado.
Los primeros compases del gran premio francés parecían decantar ese pulso de enfoques distintos a favor de Max Verstappen. El holandés lanzaba un hachazo tras otro a Leclerc en las vueltas iniciales. Parecía cuestión de tiempo que le superara y se marchara como lo hiciera en Silverstone. Sorprendentemente, la velocidad punta del RB18 no resultaba suficiente. El monegasco aguantaba la sensacional presión de su rival. Tanto era así que Red Bull tuvo que lanzar el misil de un temprano ‘undercut’ para adelantar con su parada en boxes a Leclerc. Que Ferrari dejara en la pista a su piloto indicaba la confianza en el ritmo del monegasco para aguantar el tipo y mantenerse en cabeza tras la parada de Leclerc. Inesperadamente, quien tantos golpes había recibido de su propio equipo correspondió amargamente con otro tanto o más doloroso.
Leclerc falló y reconoció el error
Leclerc siguió atacando, aunque no tuviera a Verstappen a su espalda, para no tenerle después delante tras su parada en boxes. Pero en estas se fue contra los raíles al perder inesperadamente la zaga. El monegasco se convirtió en la viva imagen de la desesperación. “Estoy perdiendo demasiados puntos, creo que siete en Imola, veinticinco hoy… Porque, sinceramente, fuimos el coche más fuerte aquí. Entonces sí, si perdemos el campeonato por 32 puntos al final de la temporada, sabré de dónde vienen”. A Leclerc le honraba semejante contrición. Pero no era responsabilidad solo suya que Ferrari no consiga esa inercia tan necesaria para cuajar en puntos su verdadero nivel en la pista: “63 puntos no reflejan las diferencias”, reconocía Verstappen al terminar el fin de semana. Y es cierto.
Pero en el haber del monegasco con su equipo todavía existen cuentas por compensar. Los abandonos de Mónaco y Bakú, los errores estratégicos de Mónaco y Silverstone, la penalización de parrilla en Montreal… Como después reconocería Mattia Binotto, su piloto se había disculpado con el jefe con las mismas palabras que había dedicado a la prensa: “Me dijo lo mismo, pero le contesté que no estaba de acuerdo, hemos perdido muchos puntos de muchas otras formas, y ganaremos otros”. Ferrari truncó la inercia de Austria, pero Hungaroring se antoja un escenario ideal para el F1-75 para la revancha.
Remontada de Carlos Sainz en su mejor fín de semana con Ferrari
Donde Carlos Sainz también podría ganar si mantiene su crecimiento exponencial de las últimas carreras tras el quizás fuera su mejor fin de semana con Ferrari. Rápido en los entrenamientos, crucial en la labor de equipo, autor de una remontada extraordinaria y dos adelantamientos de postín a Russell y Pérez, incluso llegó a acariciar el podio. Pero dos paradas en boxes que sumaron casi nueve segundos, más otros cinco de sanción, lastraron rematar la jugada. Además de una última parada en la que piloto y equipo discrepaban con la estrategia. Como en Mónaco o en Silverstone, ambos discutieron sobre la marcha la decisión a tomar. Al piloto le pedía el cuerpo seguir y no parar, al muro de boxes le decían los datos lo contrario. En esta ocasión cedió quien sentía los neumáticos bajo el volante. Terminó quinto, la misma posición en la que hubiera quedado si Ferrari hubiera escuchado a su piloto. A diferencia de Mónaco o Silverstone, no se sabrá quien tenía razón en esta ocasión. Pero Sainz ya ha llegado hasta Charles Leclerc.
Fernando Alonso discute en estas fechas su continuidad con Alpine. Parece que se confirmará en agosto, pero hasta que no se cierren todos los volantes (¿qué pasará con Sebastian Vettel en Jaguar?) las ventanas siguen abiertas. Sin embargo, la carrera de casa confirmó de nuevo a Alpine que la inversión en el español sale rentable. El A522 se mostró caprichoso en Paul Ricard, con un rendimiento desconcertante para sus pilotos viernes y sábado. Alonso reconocía que resultaría casi imposible superar a McLaren y Lando Norris, quienes robaron la cartera en la parrilla al equipo galo. Pero ya en la salida había superado al británico. Nadie más volvió a soplarle en toda la carrera. Ferrari, Red Bull y Mercedes son seis monoplazas que juegan en otra liga. ¿Quién estaba allí, para aprovechar cualquier descuido, el de Leclerc en esta ocasión? Fernando Alonso. Terminó sexto.