Fernando Alonso resumía el Gran Premio de Austria con dos frases. Ambas, sin quererlo, quizás servían para condensar la presente temporada. La primera, relativa a sí mismo y a la posición de Ferrari. La segunda ilustraba de forma contundente el panorama deportivo del actual campeonato. Y ambas resultan demoledoras
«He hecho 71 vueltas clasificatorias». La de Alonso se antojó una actuación anónima para un quinto puesto final. Pero el balance adquiría otro tinte cuando se recuerda que, de entre los siete primeros clasificados, sólo uno de ellos no contaba con el motor Mercedes a sus espaldas.
Ventaja demoledora de Alonso sobre Raikkonen
La aventura de Ferrari no ha servido para que Alonso aumente su palmarés de títulos. Paradójicamente, ha contribuido a forjar y ensalzar su singular prestigio como piloto. La carrera austríaca fue también otro recordatorio de su capacidad para exprimir el material a su disposición. Y quien desee discutir semejante afirmación, debería antes pasar revista a dos datos. Con el mismo monoplaza, al término de ocho carreras, Alonso cuenta con 79 puntos y es cuarto en el campeonato. El piloto llamado a reforzar a Ferrari y, en su caso, que se presentaba como alternativa ante una posible marcha del asturiano de Ferrari Raikkonen cuenta con 19. El parcial entre ambos es de 8-0 a favor del piloto español.
«Era increíble la diferencia entre los dos coches, si los Mercedes corrieran con los programas de motor toda la carrera, doblarían a todo el mundo, pero no pueden hacerlo durante toda la prueba». Respecto al escenario de la presente temporada, Alonso tuvo en sus manos otro botón de muestra para recordarnos hasta qué punto el campeonato está sentenciado sin haber llegado siquiera al ecuador del mismo.
En el Red Bull Ring Alonso pudo sentir a sus espaldas por unos instantes la presencia de Lewis Hamilton. La espectacular 'lijada' que recibió el español tuvo que ser desmoralizante para el piloto, e ilustró de nuevo la enorme diferencia de nivel entre sus respectivos monoplazas. Como en Montmeló, cuando el F14 T de Raikkonen fue doblado, y poco le faltó también al monoplaza del español para otro tanto. Hablamos de Mercedes y Ferrari los únicos equipos que han desarrollado desde la base sus monoplazas, chasis y motor, bajo el mismo techo.
Único aliciente: conocer al campeón
El campeonato 2014 se ha convertido ya en una cuenta atrás en la que solo falta rematar quién de entre los dos pilotos de Mercedes se llevará el título. Por el camino nos encontraremos alguna carrera singular, como el pasado Gran Premio de Canadá. Pero el resto será un monopolio de los monoplazas alemanes. En el conflicto de Mónaco entre Rosberg y Hamilton, se reveló que los monoplazas alemanes disponían de unos programas de motor de extrema potencia solo utilizables en condiciones muy concretas, otra anécdota que confirma hasta qué punto el W05 cuenta con mayor y más potente margen de maniobra del que utiliza regularmente. Como Alonso pudo volver a sufrir en el Red Bull Ring.
Mercedes se mueve en otra dimensión competitiva en 2014. Williams logró plantar cara en el Gran Premio de Austria, con el mismo motor, pero siempre en la distancia. Hoy, resultaría perfectamente comprensible -e inteligente- que todos los equipos salvo el alemán estén trabajando ya en la temporada 2015 y aflojen en la evolución de sus actuales monoplazas.
En Ferrari ya están en ello. Mientras tanto, uno de sus pilotos siguen colocando ese mediocre monoplaza allí donde no se le espera.