Envoltorio y contenido, ambiente único y acción en pista. El GP de Mónaco suele mantener una difícil relación entre ambos aspectos, normalmente descompensada a favor de la primera. Como nunca este pasado fin de semana. Al menos, la última edición sigue insinuando un cambio de ciclo en la Fórmula 1.
La cita monegasca tenía una deuda pendiente con su hijo deportivo, Charles Leclerc. Desde 2017 solo había logrado un cuarto puesto, nunca subido al podio, y perdió dos oportunidades desde la pole. Con merecimiento total y absoluto, una soporífera carrera sirvió al menos para vivir el despliegue de emociones que Charles Leclerc arrastraba desde su llegada a Ferrari y la Fórmula 1.
El pasado GP de Mónaco cerró el círculo emocional abierto desde el fallecimiento prematuro de su progenitor, Hervé, decisivo para que el joven Charles se dedicara a las carreras. El piloto engañó piadosamente a su padre cuando, en el lecho, le dijo que ya había fichado por Ferrari mientras aún competía en la Fórmula 2. En realidad, estaba en camino. Ganar en Mónaco cerró ese círculo.
Aunque antes la cita monegasca castigara con una insufrible carrera para el aficionado, no tanto para todos los cortesanos presentes en el evento. De nuevo, el gran premio fue un extraordinario acto social, concitando un brutal número de famosos y ricos por metro cuadrado. De nuevo, un envoltorio brillante. Pero el contenido deportivo dejó demasiado que desear.
Sin rivales, sin piedad
Desde el viernes, la parrilla se dividió en dos. Por un lado, el monegasco, que aporreaba el crono sin piedad. De otro, el resto de la parrilla. Tras conseguir la pole, se trataba que a la tercera fuera la vencida. Hasta la misma dinámica de la carrera vino en su ayuda en la primera vuelta.
El accidente de Magnussen y Pérez forzó la bandera roja. El reglamento permite el cambio de neumáticos, y tanto Ferrari como McLaren, los cuatro primeros clasificados, montaron el compuesto duro para no parar en boxes. Un riesgo menos para el monegasco.
A partir de aquí, la carrera se convirtió en una caravana de trote cochinero. Así podría resumirse en cogollo de la cebolla monegasca. Fue al caer la bandera a cuadros con Leclerc victorioso cuando comenzó lo mejor del fin de semana.
Porque fueron las reflexiones personales del piloto monegasco las que dieron sentido a tan soporífera procesión. Entre otras, que en las últimas dos vueltas temía cometer un error por las lágrimas que le anegaban los ojos.
Sin poder ver por las lágrimas
«A dos o tres vueltas del final, salí del túnel y me di cuenta de que me costaba ver porque mis ojos empezaban a llorar un poco y pensé: ‘Charles, no puedes permitirte el lujo de hacer eso ahora. Todavía te quedan dos o tres vueltas para terminar y conseguir la victoria”, explicaba después de la carrera.
“Es la carrera que he soñado ganar desde que era niño. Saqué la pasión por las carreras de esta, junto con mi padre, quien hizo todo lo posible para que yo llegara allí”. Las emociones no podían ser más intensas. Hasta el propio Sainz reconocía después sentirse conmovido por lo que estaba viviendo junto a su compañero en el GP de Mónaco.
«Obviamente, mi madre también estaba debajo del podio, lo que añade emoción, junto con mis hermanos, mi novia, todos mis amigos… todos están aquí, lo que lo hace tan especial. Todo está en orden”, explicaba por haber cerrado ese círculo personal y familiar.
“Pensé en mucha gente hoy en la pista, ya sea Jules (Bianchi), mi padre, y eso no sucede normalmente en otras carreras, donde mi concentración mental está totalmente en la conducción, pero hoy me costó, en las últimas 15 vueltas, todo estaba en mi cabeza. Al cruzar la línea, hubo muchas emociones”. Hasta al propio príncipe Alberto de Mónaco, harto de entregar trofeos al ganador de esta carrera, se emocionó. El triunfador era de los suyos.
McLaren, en lo rápido y en lo lento
Tras Leclerc terminaba Oscar Piastri, autor de una sensacional actuación global en el GP de Mónaco. El MCL38 ha confirmado su competitividad en las curvas de media y alta velocidad de Imola y en el serpenteante y lento Mónaco, como también confirmaba la cuarta posición de Lando Norris. Ojo, por tanto, al futuro del equipo británico si se confirma su progresión y la de Ferrari, y ese posible cambio de ciclo en el que Red Bull podría dejar de ser el lobo feroz.
El RB20 se atragantaba en los baches y pianos del GP de Mónaco, y Verstappen no pudo pasar de la sexta posición. Ya son cuatro carreras sometido a presión y en dificultades, las tres últimas seguidas (Miami, Imola y Mónaco). Se abre así la esperanza de que los temores de Fernando Alonso en pretemporada, cuando avisaba que nadie podría ganar alguna carrera y ni mucho menos el título, sean totalmente infundados.
Sainz saca pecho al final
«Ha sido un fin de semana muy complicado hasta ahora, de los más difíciles, de los que he tenido de confianza como piloto, y seguro que el más difícil de Mónaco de mi carrera hasta ahora» reconocía el madrileño el viernes, cuando no lograba bajar de las seis décimas de diferencia con el monegasco, apuntando a la tragedia. Su ritmo a una vuelta flaqueaba, a diferencia de las tandas largas. La posición de parrilla, siempre crucial en el GP de Mónaco, se antojaba más vital todavía porque el ritmo desbordante de su compañero le hacía claro favorito para el triunfo, y la labor de apoyo del madrileño se antojaba crucial.
Sainz se exprimió, clasificó tercero por detrás de Piastri y por delante de Norris. Así acabaría la carrera, no sin antes ser beneficiado por una inesperada bola de la fortuna en forma de bandera roja. El madrileño jugó su papel, atacando a Piastri en la salida para proteger a Leclerc, por un lado, y por otro, para intentar ganar una posición y ayudar desde el segundo puesto a la estrategia de Ferrari y proteger al monegasco de los ataques de McLaren.
Sin embargo, el monoplaza de Piastri se convirtió en una cuchilla que rajó su neumático delantero derecho. Sainz tuvo que aparcar junto al Casino, pero la suerte se puso de su lado. La carrera fue relanzada con otra salida en parado, y el madrileño salió desde la misma posición.
“Cada vez más fuertes”
Hasta la bandera a cuadros fue cuestión defenderse de una posible parada en boxes de McLaren. “Una vez sabía que Lando no tenía tiempo para parar a por medios, me he centrado en hacer algunas vueltas rápidas” resumía su carrera Sainz tras la oportunidad de poder volver a salir.
“Era bastante rápido (en la parte final) , y he pensado que quizá podría presionar a Oscar y provocar el error, porque sabía que pasarle era imposible. Lo hemos presionado y le he visto perder la trasera un par de veces, pero no ha sido suficiente para adelantar».
Sainz también alimentaba la esperanza de ese posible cambio de ciclo o, al menos, de una más intensa rivalidad por la victoria. “estoy extremadamente contento de ver a Charles ganar el GP de Mónaco, el de sus casa, por cómo ha conducido todo el fin de semana. Terminar tercero y primero es un gran sentimiento para el equipo y parece que vamos más y más fuertes».
Alonso, en el agujero por segunda vez en el GP de Mónaco
Por segunda vez consecutiva, Fernando Alonso vivió otro gran premio donde el resultado estaba sentenciado incluso antes de arrancar, en Mónaco desde la decimocuarta posición tras la sanción a los dos Haas.
El sábado se quedaba en el Q1 por el tráfico, aunque reconocía que al final “quizás no estábamos para los puntos”. Su carrera se limitó a llegar a la meta y cuidar el coche para no dañar las piezas de las recientes evoluciones.
También intentó proteger a Lance Stroll para que este puntuara en décima posición. Después de recibir el colchón que le propiciaba el asturiano, Stroll pinchaba al tocar contra los raíles de la “Nouvelle Chicane”.
«Cruciales han sido estos dos fines de semana, para entender nuestras debilidades, para entender el coche, para mejorar…”, reconocía Alonso al terminar, en referencia al bajón de rendimiento coincidente con las evoluciones introducidas en Imola.
“En las dificultades sacas siempre más conclusiones que en las victorias, en las que pasan más desapercibidos todos los problemas con la euforia. Estamos aprendiendo mucho de cara a lo que queda de año, el 2025, el 2026… Estas dos carreras han sido un toque de atención grande y para el equipo nos va a venir muy bien». Falta hace.