En quince vueltas, Nico Rosberg y Lewis Hamilton aventajaban en casi veinticinco segundos al tercer clasificado. Rodaban entre un segundo y medio más rápido que su inmediato perseguidor. Se presentaba por delante otro gran premio que podía seguir aplastando a la Fórmula 1 con una capa más de monotonía… Hasta que todo saltó por los aires.
Es una de las virtudes -a veces grandezas- de este deporte. Cuando menos se espera, una carrera se da la vuelta así misma como un guante. Rosberg se hubiera marchado de Silverstone asestando un golpe singularmente duro a su rival, ante su público, acentuado por el error del sábado en los entrenamientos. Sin embargo, el Gran Premio de Gran Bretaña se cerró con los dos aspirantes al título igualados en la clasificación, y varios pilotos firmaron magníficas actuaciones. Especialmente, Fernando Alonso y Sebastian Vettel.
Un abandono que sabe a gloria a Hamilton
No pudo llegar en mejor momento el problema mecánico de Rosberg. Injusto o no para el alemán, pero un regalo para los aficionados, compensaba las desventuras de su compañero de equipo con sus dos abandonos anteriores. El sábado, Hamilton era un piloto tocado deportiva y anímicamente. Una nueva derrota hubiera supuesto otra subida en la presión mediática pero, sin embargo, ha roto la racha que Rosberg iniciara en Mónaco.
«Hoy sentí desde el inicio que tenia el ritmo de Nico, y le estaba alcanzando como nunca antes», explicaba Hamilton después de la prueba. Y, efectivamente, el abandono del alemán frustró un final apasionante. Desde los cinco a los dos segundos y medio, el británico fue limando poco a poco la diferencia que le sacaba su compañero, «estaba esperando una lucha rueda a rueda, pero estoy seguro que tendremos más en el futuro». Pero la avería de Rosberg nos la arrebató.
Alonso y Vettel, un gran duelo
A cambio, Alonso y Vettel nos regalaron otra de gran intensidad. Hacia tiempo que la Fórmula 1 no ofrecía un cuerpo a cuerpo tan largo a intenso entre dos campeones del mundo. La diferencia entre el Red Bull y el Ferrari era muy superior a la que delataba el mano a mano de los dos pilotos, se comprobó realmente cuando Vettel superó al piloto español. Pero hasta ese momento, Alonso dio un recital de bloqueos, trazadas defensivas, así como de intentos frustrados de Vettel para adelantar. Era una lucha meramente simbólica para Alonso, pero nos recordó a todos la esencia de la competición en una Fórmula 1 cada vez más aséptica y quirúrgica para el comportamiento de los pilotos en pista.
Con todo, fue un fin de semana de errores para Ferrari. El sábado, en los entrenamientos, el domingo, de Alonso en el posicionamiento de parrilla. De un monoplaza italiano que, además y luego descubrimos, había estado cerca del abandono, renqueando con problemas técnicos como tantas otras carreras. Sí, Alonso ha puntuado en todas las pruebas de la temporada, pero si el F14T no es rápido, tampoco parece rodar nunca en plenitud de su potencial de segunda fila. Al menos, tirando de orgullo, el piloto español maquilló el fin de semana.
Williams saca los colores a Ferrari
Y Williams puso en evidencia a Ferrari con su rendimiento y magnífica estrategia y otra gran actuación de Valtteri Bottas a pesar de haber fallado también el sábado. Globalmente, la mejor actuación del fin de semana. Cerca, la capacidad estratégica de Red Bull, y un soberbio Ricciardo, que volvió a superar a Vettel en la meta. Y con Jenson Button sacando petróleo a su McLaren. Por una vuelta, la que le faltó para superar a Ricciardo, no pudo rendir homenaje a su padre en el podio. Donde quiera que se mirase en los seis primeros puestos de parrilla, había motivos para celebrar una magnífica carrera.
Al final, ganó Lewis Hamilton, per también la Fórmula 1. Ambos, cuando más lo necesitaban