Max Verstappen derrotó una vez más a sus rivales. Sin embargo, una carrera derrotó a todos los pilotos. El Gran Premio de Qatar coronó matemáticamente al holandés, pero a costa de un elevado precio físico a todos sus participantes. Las durísimas condiciones de la cita catarí, únicas en muchos años, aportaron el factor diferenciador respecto a otros grandes premios. Sin olvidar tampoco a Oscar Piastri y McLaren.
Por segunda vez la Fórmula 1 volvía a Qatar. La primera, en 2021, cuando Fernando Alonso logró su primer podio tras el retorno. En 2023 lo hacía mes y medio antes que, en aquel año, con máximas de 38 grados por la noche. El elevado porcentaje de curvas rápidas -varias curvas de 5 G-, elevaría el desafío físico. Tocaba formato sprint, doble esfuerzo para pilotos y equipos y buen quebradero de cabeza estratégico con la gestión y uso del neumático. Tan solo una sesión de libres permitiría la puesta a punto, y a cabalgar.
Pero otro factor inesperado vino a añadir más incógnitas. Tras la sesión del viernes, Pirelli descubrió potenciales problemas de seguridad en sus neumáticos, consecuencia de los abruptos pianos de Losail. Al terminar el fin de semana todos vivieron en sus carnes el impacto de semejante cóctel.
McLaren, el equipo que más puntúa
“Estoy frustrado, porque ha conseguido ganar antes que yo”. Lando Norris veía cómo su compañero Oscar Piastri, debutante en la Fórmula 1 en 2023, lograba su primera victoria. El MCL36 se ha transformado desde Austria con diferentes evoluciones , sobre todo en curvas de alta velocidad, y Losail se convertía así en su paraíso. En una trepidante carrera sprint, Piastri dejó a su espalda a Max Verstappen, quien cumplió el trámite de asegurar matemáticamente su tercer título. El domingo sería otra historia.
Las elevadísimas temperaturas y la decisión de la FIA y Pirelli presagiaban una carrera loca. El guion parecía cumplirse ya desde la primera vuelta. Con neumáticos blandos desde la arrancada, Lewis Hamilton se tiró a por Verstappen y Russell, pero se llevó a su compañero por delante. Primer coche de seguridad, e intervención por radio desde su casa de Toto Wolff, convaleciente de una operación de rodilla. Hamilton asumió deportivamente su responsabilidad. Sin embargo, Mercedes tenía un avión -o dos- en Losail, que no supo aprovechar completamente, ya que Carlos Sainz no pudo tomar la salida en la carrera.
Además de Verstappen, solo los McLaren parecían candidatos al podio. El holandés no se marchaba con la facilidad de otras ocasiones. Luego se comprendió la realidad. Hasta su ingeniero le pidió que aumentará el ritmo en la parte final, tan dormido parecía rodar. La vida obligatoria de cada compuesto permitía anticipar a cada uno la parada del rival. El australiano llegó a rodar a siete segundos después de la primera parada del holandés. Tras la segunda parada, Piastri llegó hasta los cinco segundos, pero el holandés dobló la diferencia al llegar a su última parada.
La carrera estaba controlada para Verstappen, pero no para Piastri, alcanzado por su compañero de equipo, Norris. El australiano estaba físicamente tocado, pero el equipo exigió al británico no disputar la posición a su compañero, que había sido superior todo el fin de semana. Con su doble podio por detrás de Verstappen, McLaren daba otro mordisco a la ventaja de Aston Martin en la pugna por el cuarto puesto. Solo once puntos separan a ambos equipos. El equipo británico había sumado más puntos en Losail que Red Bull.
Alonso: “estoy contento”
Por detrás Russell logró auparse a la cuarta posición, recordando hasta qué punto la batalla con McLaren pudo ser la gran atracción del gran premio. Por detrás, en quinta posición, un Charles Leclerc que se quedó pasmado cuando preguntó en un momento dado cuál era la ventaja de los McLaren: “33 segundos”, le contestaron. “Dios mío”, contestó sorprendido.
Fernando Alonso terminó en una sexta posición que hubiera firmado antes de empezar en fin de semana qatarí. “Estoy contento porque después de acabar novenos en Monza, no sumar puntos en Singapur y ser novenos en Japón, pensábamos que Qatar iba a ser un circuito difícil para nosotros y que no íbamos a puntuar demasiado. Pero el coche fue mas competitivo de lo esperado, a la par de Ferrari, y muy cerca de Mercedes, así que los puntos de hoy son importantes para el Mundial de constructores”.
La carrera no fue fácil para el español, quien además de los problemas con su asiento, también se encontró con un monoplaza inestable, “de sensación digital”, en referencia a la falta de control que experimentaba en algunas curvas. De aquí una salida que le hizo perder una posición con Charles Leclerc. “Viéndome tercero en la primera vuelta y con posibilidades de acabar por lo menos en el ‘top 5’, luego me supo mal cuando me salí”. Al menos, Alonso recupera puntos a Lewis Hamilton -once a favor del británico- en la pugna que ambos mantienen por la tercera posición final.
Qatar: Una carrera brutal
En Losail los pilotos luchaban contra los rivales, pero, como nunca, contra la propia carrera, el circuito, y la deshidratación. El Gran Premio de Qatar se convirtió en una de las pruebas más duras de las últimas décadas. Todos los pilotos sin excepción bajaron destrozados físicamente al terminar. Los 36 grados de temperatura media durante la carrera, los “50/60 grados dentro del habitáculo”, como reconoció Norris ya representaba un obstáculo brutal, agravado por el ritmo “vuelta a vuelta casi de clasificación” de la carrera, como apuntaba Charles Leclerc. Las tres paradas en boxes no exigían la habitual gestión del neumático. Con curvas muy rápidas y de alta demanda física, en Losail se desató la tormenta perfecta.
«La carrera más dura de mi carrera, por mucho, el doble de dura que Singapur, ha sido una suma de factores que ha hecho más difícil que en el pasado. No estamos cansados, es la deshidratación, pierdes mucho líquido, la vista se nubla al final de la carrera, especialmente en las curvas de altas velocidad y fuerzas g, y pierdes los reflejos», reconocía Charles Leclerc. «El asiento está ardiendo ¿Hay algo que podamos hacer en una parada?». Fernando Alonso llegó a sugerir al equipo que le lanzara un cubo de agua durante una parada en boxes, una maniobra prohibida.
Logan Sargeant no pudo terminar la carrera fruto de la deshidratación. Alex Albon fue atendido en hospital, al igual que Lance Stroll, quien reconoció que en algunos momentos sintió que perdía el conocimiento. «Nunca he experimentado una carrera como esta, pensaba que me iba a desmayar en ocasiones. Ha sido como una sauna, con la puerta cerrada, llevas tu cuerpo al límite, y quieres salir. Abres la visera, y parece que te pega una secadora en la cara, he pensado en retirarme a veces», comentaría un George Russell de rostro afilado por la pérdida de líquidos. El británico incluso sacaba las manos de su monoplaza en plena recta para intentar redirigir algo de aire caliente hacia el interior del habitáculo.
Esteban Ocon reconoció que estuvo vomitando durante dos vueltas. Oscar Piastri, segundo clasificado, no paró de repetir que había sido “la carrera más dura de mi vida”. Incluso en la sala pre podio tuvo que tumbarse en el suelo hasta que salió a recibir su trofeo. Varios pilotos coincidieron en que el Gran Premio de Qatar los había llevado a su límite físico. Nunca se había visto a una parrilla de pilotos en tal estado físico desde el Gran Premio de Las Vegas de 1980. Tardará en volverse a repetirse algo parecido.