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domingo, 24 noviembre 2024

Lewis Hamilton, cuando talento y experiencia ya son sabiduría

Inicialmente, parecía mantener la compostura tras pasar por la línea de meta. Lewis Hamilton podía ya tener asumido igualar los siete títulos de Michael Schumacher desde hace tiempo. Pero un momento semejante era difícil de soportar estoicamente. Como Lewis Hamilton reconocería más tarde, «perdió el control». Esa emotividad domada porque se volvía en su contra se rompió, y con la visera bajada comenzó a llorar dentro de su casco. Sus palabras de respuesta a Toto Wolff delataban emociones y lágrimas. Pasó gran parte de la vuelta de honor en silencio. Tardó una eternidad en salir de su monoplaza, una vez ya en el parque cerrado.

«Muy raramente pierdo el control de mis emociones», explicaría después quien era un volcán en ebullición en sus primeros compases en la Fórmula 1. «No quería levantar la visera y que la gente viera mis lágrimas. Siempre he dicho que nunca dejaría que vierais llorar. He visto a otros pilotos llorar en el pasado, y me decía ¡No voy a hacer eso! Pero era demasiado». Efectivamente, el GP de Turquía tuvo como gran protagonista a Lewis Hamilton. Tanto por el momento histórico que protagonizaba, como por la naturaleza de su victoria. Porque el triunfo también delataba el sublime nivel que ha alcanzado el piloto británico en estos momentos de su ya dilatada trayectoria deportiva.

Hamilton confirmaba en Estambul el repertorio de recursos que alberga en su seno, gestionados con gran serenidad y madurez. La cita turca recordaba los primeros compases de Portimao, cuando Hamilton era superado por su compañero de equipo y Carlos Sainz en los primeros compases. El británico se emboscó. Cuando decidió pasar al ataque, aniquiló a su compañero. En Estambul, desde la sexta posición de la parrilla, dobló a su compañero y perdió en el horizonte a los Pérez y pilotos de Ferrari. La experiencia de Hamilton en la Fórmula 1 es ahora sabiduría. No era una carrera que parecía en condiciones de ganar al principio. De nuevo, arrasó a sus rivales. Hamilton supo compatibilizar un ritmo a veces demoledor sobre el asfalto mojado de Estambul con la increíble gestión del neumático intermedio, así como dirigir a su equipo desde el habitáculo. Al final, se quedó solo en cabeza, sus rivales en la distancia, su compañero de equipo pidiendo literalmente la campana.

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Hamilton, una lección para sus 'sucesores'

En la vuelta final, reconocería tras la carrera, comenzó a pasar por su mente su vida al volante, los momentos vividos con su padre en la infancia y la competición. Las emociones se desbordaron en la vuelta de honor. De ahí sus mensajes de estímulo a los niños por la radio, «para luchar por los sueños». También llegaría después el mensaje de este nuevo Hamilton. «Esto es un campeonato del mundo, el pináculo de mi vida hasta ahora, pero hay una victoria mayor en la que todos debemos trabajar colectivamente. Y es la lucha por la igualdad, buscar la igualdad de oportunidades para todos estos niños y crearles un mejor futuro». El GP de Turquía visualizó cómo y por qué Lewis Hamilton es uno de los grandes de la historia. Pero también abrió en canal al ser humano que late debajo de casco y mono y al activista social con el que está dando nuevo y mayor sentido a su vida.

Por todo ello, la cita turca tenía a Lewis Hamilton como gran protagonista. Otros destinados a sucederle algún día -igualar sus títulos ya se antoja misión de éxito más que remoto- recibieron lecciones que aprender. Como Max Verstappen, cuyo talento deberá ser equilibrado con ese control de las emociones que Hamilton ha logrado dentro y fuera de la pista, excepción del pasado domingo, aunque por razones más que justificadas. Porque el GP de Turquía pudo y debió ser para el holandés desde el sábado. Verstappen sufre en pista para controlar la frustración cuando el Mar Rojo no se abre a su paso. Su habilidad se vuelve en contra cuando no encuentra recompensa. Entonces, la agresividad se convierte en precipitación. Como con sus intentos fuera de momento para adelantar a Checo Pérez, o sus numerosos trompos en carrera. Fue un día descorazonador que debió ser de triunfo.

Como también para Charles Leclerc, autor de una extraordinaria actuación global cuyo segundo puesto se desvanecía por su error en las últimas curvas del gran premio. Regalaba así a Sebastian Vettel un podio que el alemán mereció durante toda la prueba, y compensación a su amarga temporada. El alemán sufre con la falta de confianza que siente en el SF1000. Paradójicamente, terminaba tercero en el circuito y condiciones de menos adherencia de toda la temporada. Por delante, Checo Pérez exprimía su reconocida habilidad para mimar y mecer el neumático deparaba con el segundo puesto, el mejor resultado para un equipo que le despide, y sin destino aún para el próximo año.

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Carlos Sainz, remontada sorprendente

En esta ocasión, con Carlos Sainz y McLaren las cañas se volvieron lanzas contra sus rivales, cuando el sábado era vapuleado por Racing Point y Renault en los entrenamientos, bajo la amenaza de descolgarse gravemente en la pugna por la tercera posición final. Por primera vez en 2020 el equipo británico tenía a sus dos coches fuera del Q3. Sainz era el mejor clasificado, pero decimosexto, tras el pésimo rendimiento del MCL35 el sábado y las sanciones a sus dos pilotos, que no conseguían hacer entrar en temperatura a sus neumáticos bajo la lluvia del sábado. Con más agua el domingo se esperaba otra debacle. Hasta el propio Andreas Seidl no esperaba el cambio de un día para otro. Pero llegó el inesperado milagro.

«No sabíamos que podía qué esperar de la carrera, encontré un par de cosas para calentar los neumáticos y me dio confianza, y con los neumáticos ya en temperatura hice mi carrera». Sainz había trabajado la noche del sábado y a destajo con sus ingenieros para poder activar la tecla mágica de sus neumáticos. En la vuelta de reconocimiento descubrió que podrían haber acertado. En la salida ganó seis posiciones. Con su ritmo remontaba de forma sorprendente, superando a todos los pilotos que se pusieron delante del morro de su monoplaza. Terminó detrás del alerón de Charles Leclerc. Quinto final en meta, Sainz fue el piloto con más posiciones ganadas en otra carrera completa en todas las áreas. McLaren, que el sábado estaba casi en la lona, sigue vivo para luchar por ese tercer puesto aún abierto para tres equipos. Sin tener siquiera «el tercer o cuarto mejor coche de la parrilla». Especialmente el sábado.