El 1 de agosto de 2022 la Fórmula 1 se despertaba con una monumental sorpresa.
Fernando Alonso anunciaba su marcha a Aston Martin. Pocas horas después, Oscar
Piastri rechazaba sustituir al español según confiaban los responsables de Alpine.
En Spa, la cúpula ha rematado con su marcha una inusual crisis para los cánones de
la Fórmula 1: el equipo de un fabricante oficial totalmente descabezado en pocos
días.
Un día antes de iniciarse el Gran Premio de Bélgica Otmar Szafnauer (team
manager), Alan Permane (director deportivo) y Pat Fry (responsable técnico)
anunciaban su marcha. Szafnauer avanzaba en Spa que pronto se conocerá su
próximo destino. Fry anunciaba su marcha a Williams, y se rumorea que Permane,
con 34 años de experiencia en el equipo de Enstone, también estará pronto
colocado. Parece que todos venían planificando su salida del equipo desde hace
tiempo como testigos de primera mano de las dificultades internas.
La semana previa se anunció la inesperada sustitución del CEO de Alpine y primer
director del equipo de Fórmula 1, Laurent Rossi. El francés era responsable de
relanzar la marca deportiva del Grupo Renault, pero su salida tras solo dos años al
frente de la marca dejaba claro que Luca de Meo (CEO del Grupo Renault)
rechazaba la evolución de la marca, tanto en el plano comercial como deportivo. En
Spa, la cúpula del equipo de Fórmula 1 cogía las maletas.
Fernando Alonso: “Estaba dispuesto a seguir”
El fracaso del proyecto deportivo de Alpine y, por tanto, del Grupo Renault, obedece
a un mal ya conocido en el pasado con otros grandes fabricantes, incluyendo el
propio grupo francés en otros momentos de su presencia en la Fórmula 1. La
dependencia ejecutiva de los altos despachos de especialistas que necesitan
flexibilidad, capacidad de respuesta inmediata y un cierto grado de autonomía que no todos los consejos de administración son capaces de conceder.
En el caso de Alpine, Luca de Meo tuvo que vencer la resistencia interna a su
llegada para mantener a toda costa la presencia de Renault en la Fórmula 1. Para
ello, articuló la arriesgada y creativa estrategia de investir a Alpine con la librea
deportiva del grupo, una marca de nicho con un solo vehículo en el mercado, que
debía en el futuro crecer lo suficiente como para financiar con sus recursos el
proyecto de la Fórmula 1. Al frente situó a un ambicioso ejecutivo sin experiencia
en un mundo brutalmente especializado. Pero el proyecto siempre ha vivido con
semejante espada de Damocles, y la urgencia de resultados que demandan los
altísimos ejecutivos que gestionan grupos industriales no siempre casa con el
ritmo y la especializada dinámica de la Fórmula 1.
La marcha de Fernando Alonso fue otro síntoma de la enfermedad que estaba
carcomiendo al equipo francés. “Llevó más tiempo de lo que pensé cuando comenzamos las conversaciones, creo que fue en Australia de 2022, sobre la renovación del contrato”, explicaba en una reciente entrevista en la página de la BBC británica. «Fue a un ritmo muy lento y no por mi parte. Estaba dispuesto y feliz de seguir. El coche de 2022 era rápido, así que también estaba contento con el rendimiento y las posibilidades en el futuro. Pero ese ritmo lento de conversaciones y ni siquiera poner en papel lo que estábamos hablando, además de todos estos comentarios sobre la edad (de Fernando Alonso) y lo que sea, que todavía están haciendo”.
Tiraron balones fuera, incluso Fernando Alonso
Que Alpine no valorara a uno de sus mayores activos ya era señal de que algo no
encajaba. El español no tenía por qué entrar en los planes del equipo francés, pero
la cúpula de Alpine empezaba a dar muestras de no calibrar la realidad de la
Fórmula 1. Si confiaban en Oscar Piastri como sustituto, los acontecimientos
subsiguientes y el conflicto legal con McLaren evidenciaban la desconexión interna
entre la cúpula de Alpine y los gestores cotidianos del equipo, y que estos no
contaban ni con autonomía de gestión en asuntos estratégicos para el equipo. Y con mínima capacidad de reacción en el mercado de la Fórmula 1, una marca que
buscaba el crecimiento global de su reducida gama de vehículos elegía a dos pilotos
franceses para representar a su principal herramienta de marketing y
comunicación. “¿Piensa que Alpine subestimó lo que aportó al equipo? le
preguntaba a Alonso. «al cien por cien”, contestaba Alonso. «Y todavía lo hago».
Cuando se anunciaba la salida de Fernando Alonso en 2022, Alpine era cuarto en el campeonato, con 96 puntos. Este año, es sexto, con 36 puntos (aunque con dos
carreras menos en el calendario). El equipo francés cometía errores de gestión en
la pista, la fiabilidad dejaba que desear, y el monoplaza francés no había dado el
salto cualitativo esperado. Entonces Laurent Rossi lanzó en mayo un durísimo
ataque a su propio equipo, certificando la crisis de Alpine, pero también lanzando
una señal clara de impotencia por parte del máximo responsable de la marca. Una
suerte de “balones fuera”, en clara muestra de las urgencias que ya acuciaban a
Rossi, como luego se ha constatado.
“Una de las cosas que debe cambiar, ya que es en gran parte el mismo equipo que el
año pasado, es la mentalidad. Es algo que necesita cambiar para la gente en el
equipo ahora, y la gente nueva que vamos a incorporar», para luego señalar con el
dedo a Otmar Szafnauer. «Él es responsable del rendimiento del equipo, este es su
trabajo. Aquí no hay dónde esconderse… Su misión es darle la vuelta a este equipo
y llevarlo al nivel que queremos”. Dos meses después, que todos estén fuera es el
exponente más cruel de la descomposición del proyecto de Alpine en la Fórmula 1.
La salida de Alain Prost como síntoma
La salida de Alain Prost en enero de 2022 quizás fue la primera toma de
temperatura de la fiebre que estaba por venir, síntoma de la enfermedad que
acabaría atacando al equipo. Entonces, Laurent Rossi se deshizo de otro de los
activos de Renault, alguien con un papel tutelar para quien no tenía experiencia en la Fórmula 1. Prost denunció ya entonces un estilo personal y de gestión que
remató brutalmente tras la marcha de Rossi de su posición como CEO de la marca.
«Laurent Rossi es el mejor ejemplo del efecto Dunning-Kruger, un líder incapaz que
cree que puede compensar su incompetencia con arrogancia y falta de humanidad
hacia su gente». Quizás latía un componente de revancha personal en el durísimo
ataque de Prost hacia Laurent Rossi, pero el francés incluía en el paquete un
diagnóstico de la situación en el seno del Grupo Renault. “Fue el jefe de Alpine
durante 18 meses y pensó que lo entendía todo desde el principio, pero eso no
podría estar más lejos de la verdad. Su gestión detuvo el impulso que el equipo
había creado desde 2016”.
“Solo hay que apoyarse en la historia para entender qué no ha funcionado”,
explicaba Alain Prost para explicar la razón de la enfermedad de Alpine. “Si se
observan las grandes historias de éxito (en la Fórmula 1) de los últimos treinta
años, se verá una estructura simple, a diferencia de un organigrama industrial,
construida alrededor de tres o cuatro personalidades fuertes, junto con un piloto
ganador”, explicaba el francés que citaba varios casos, como el de Ross Brawn y
Michael Schumacher, o el de Flavio Briatore con Fernando Alonso en Renault. Sin
embargo, De Meo y Rossi habían dejado escapar a Fernando Alonso. En aquellos tiempos, los altos ejecutivos de los grandes fabricantes, según Prost, “conocían los códigos de la
Fórmula 1 y tenían la agilidad y flexibilidad necesarias para dejar que su gente
tomara las decisiones”.
Otman Szfanauer debía ser uno de esos hombres en Alpine. A pesar de su talento,
Esteban Ocon y Pierre Gasly encajan en la plantilla dibujada por Alain Prost.
Preguntado el americano en el fin de semana belga por su salida del equipo. Tras la
salida de Rossi, Szafnauer y la cúpula del equipo se reunieron con la Luca de Meo.
“La realidad es que los cambios requieren tiempo. Hice algunos buenos fichajes de
otros equipos, pero todavía están atados por sus contratos y no llegarán hasta
2024 o 2025. Se necesita tiempo para que la gente venga, y se necesita tiempo para
que la gente trabaje junta adecuadamente”, explicaba el americano. “Siempre digo
que no puedes embarazar a nueve mujeres y esperar tener un bebé en un mes”.
Algo que no siempre se entiende en algunos despachos de la industria
automovilística, acuciados por sus propias urgencias.
