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El Mini clásico eléctrico ya es una realidad

Ajeno al paso del tiempo, el Mini clásico es un hito en la historia de la automoción, un automóvil único cuyo concepto no ha sido replicado (sí imitado) jamás. Por eso en Australia se han propuesto darle una nueva vida reemplazando su sistema de propulsión de gasolina por otro eléctrico.

La “víctima” de la primera conversión es un Mini de 1994. Se trata, por tanto, de una unidad de la sexta y penúltima serie, producida por Austin-Rover entre 1990 y 1996 en la planta de Longbridge (Birmingham, Reino Unido). Y lo verdaderamente interesante del proyecto es que ha sido auspiciado por Mini Australia.

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Así es el kit para transformar el Mini clásico en un coche eléctrico

Para llevar a cabo la transformación de este Mini clásico, los responsables de la marca han recurrido al especialista Fellten, que ha desarrollado un kit plug and play para electrificar en unas pocas horas este icónico modelo urbano.

La pieza central del kit es un compacto motor eléctrico Zonic de 72 kW (98 CV) y 175 Nm que, junto con su correspondiente transmisión de una velocidad, el inversor y los palieres que se conectarán a las ruedas delanteras, se instala en el vano delantero gracias a un nuevo subchasis que se acopla a los soportes del motor y del cambio originales.

El conjunto de la batería, de 19 kWh, se distribuye entre la zona delantera y el voladizo trasero para equilibrar en lo posible el reparto longitudinal de masas del Mini clásico, mientras que el cargador embarcado (bidireccional), de 6,6 kW, se ubica en el hueco dejado por el pequeño depósito de combustible, a la vez que el puerto de carga reemplaza la boca de llenado del depósito.

Hay también una calefacción adicional, un nuevo pedal del acelerador by wire, una nueva palanca para el cambio, un sensor para activar la frenada regenerativa, un montón de cableado protegido por planchas en los bajos, nueva instrumentación de aspecto clásico… y poco más.

Prestaciones y autonomía del Mini clásico eléctrico

Con el kit instalado, Fellten anuncia una autonomía de 175 kilómetros y una aceleración de cero a 100 km/h en “aproximadamente ocho segundos”. No hay datos sobre la velocidad máxima de este Mini clásico electrificado, si bien el preparador australiano asegura que se ha conseguido respetar tanto el peso original como la distribución de masas para que la sensación al volante sea similar a la que caracteriza al modelo original, pero con mayores prestaciones.

Otra interesante característica de la transformación es que no es necesario hacer ningún agujero en la carrocería o el chasis para instalar los nuevos componentes, cuyo empaquetado ha sido cuidadosamente adaptado para acomodarse a los soportes de los componentes originales. De hecho, ni siquiera es necesario modificar componentes de las suspensiones, la dirección o los frenos, aunque la instalación del kit puede ser una buena oportunidad para hacerlo.

Evidentemente, la autonomía no es para tirar cohetes, si bien dado el carácter urbano del vehículo, puede resultar más que suficiente. Tampoco la velocidad de carga es su fuerte, pero teniendo en cuenta el tamaño de la batería, lo bueno es que será posible recargarla al completo en menos de tres horas en una toma de corriente monofásica suficientemente potente. El sistema cuenta además con dos modos de conducción (Normal y Sport) para reducir, en la medida de lo posible, el consumo.

No hay, en principio, aire acondicionado para este Mini clásico, pero lo que sí sabemos es el precio de la transformación. Desde finales de año, el kit comenzará a instalarse en Victoria (Australia) por parte del especialista Jaunt Motors a partir de 70.000 dólares australianos, llave en mano, lo que equivale a unos 42.000 euros (vehículo aparte). La exportación a Europa está en los planes del fabricante, aunque por el momento no hay fecha ni precio.