Por primera vez, hemos podido ver y tocar el nuevo Toyota C-HR. La segunda generación del “Coupe High Rider” japonés tiene la responsabilidad de reemplazar un producto muy exitoso que ha acabado por convertirse en uno de los pilares de las ventas de la compañía japonesa.
Y, hablando de pilares, Toyota asegura que su segunda generación del C-HR se basa en cuatro pilares: un exterior de estilo “sensual”, una experiencia de usuario personalizada, liderazgo medioambiental y un comportamiento que combina una respuesta ágil con buenas prestaciones.
Esto último no podemos confirmarlo por el momento, ya que aún quedan algunos meses para que podamos conducirlo por primera vez, pero sí hemos podido comprobar que el nuevo modelo ha conseguido combinar un diseño continuista con una mayor practicidad, dando solución a algunos de los puntos débiles del anterior modelo, como la habitabilidad de las plazas traseras.
Así es el nuevo Toyota C-HR
De entrada, nos encontramos con un vehículo compacto, que, con 4,36 metros de longitud, es incluso tres centímetros más corto que la primera generación. Llegará a nuestro mercado con una oferta mecánica compuesta por dos sistemas de propulsión híbridos convencionales (con motores de gasolina de 1,8 y 2,0 litros) a los que poco después se sumará una planta motriz híbrida enchufable basada en el motor de 2,0 litros. Esencialmente, se trata de adaptaciones de cadenas cinemáticas ya implementadas en las últimas generaciones de los Toyota Corolla y Toyota Prius, si bien el nuevo Toyota C-HR ha sido objeto de una ambiciosa adaptación, mejora y puesta a punto dinámica que pretende satisfacer a los conductores que busquen un comportamiento deportivo acorde con lo que la silueta del vehículo promete.
Para ello, el tren delantero ha sido diseñado específicamente para este modelo, que cuenta además con vías más anchas, frenos sobredimensionados y un centro de gravedad rebajado respecto a la primera generación.
En cifras, el Toyota C-HR 140H (híbrido, con motor 1.8) ofrece 103 kW (140 CV), cifra que sube hasta los 145 kW (198 CV) en el caso del 200H (el híbrido con motor 2.0). Lógicamente, el registro más alto corresponde a la variante 220PH (híbrida enchufable), cuyo sistema motriz entrega 164 kW (223 CV).
Algo que nos gusta especialmente es que Toyota no se ha olvidado de quienes todavía entienden que un SUV debe ofrecer un extra de movilidad fuera del asfalto o en situaciones de extremadamente baja adherencia. Para este selecto público ha desarrollado una versión de tracción total gracias al uso de un motor eléctrico trasero adicional de 30 kW (41 CV) y 84 Nm que permite, incluso, mejorar el registro de aceleración con salida parada a costa de incrementar ligeramente los consumos.
En este aspecto, los datos son bastante prometedores, con horquillas de entre 4,8 y 5,0 l/100 km para los híbridos de tracción delantera (independientemente del motor) y 0,3 litros más en el caso del Toyota C-HR 200H AWD-i.
El consumo estimado (pendiente aún de homologación WLTP) del Toyota C-HR PHEV es de 0,9 litros/100 km. Como de costumbre en los híbridos enchufables, no se trata de un dato muy útil, pero sí que resulta interesante su autonomía eléctrica, que alcanza los 66 kilómetros.
Lo que no te cuentan los fríos datos del Toyota C-HR
Entrando en la parte puramente subjetiva, el nuevo Toyota C-HR ha dado un importante salto en cuanto a sensación de calidad, tanto a la vista como al tacto. Durante la presentación estática del producto, en los estudios Cinegate Gmbh, en Hamburgo (Alemania), los ingenieros y demás responsables de Toyota insisten una y otra vez en que este CH-R es un vehículo diseñado en Europa y para Europa, además de estar fabricado en Europa, un mantra que a los europeos nos gusta oír, lógicamente, y que en el pasado, cuando las marcas alemanas se encontraban un escalón por encima en cuanto a acabados y en cuanto a eso tan subjetivo que es la sensación de “calidad percibida”, tenía algo más de sentido que ahora.
En cualquier caso, Toyota ha echado el resto para que su nuevo SUV nos seduzca con ese diseño “sensual” del que presume. Más allá de haber suavizado sus líneas sin romper ese lógico nexo que tiene que haber entre dos generaciones de un mismo modelo, el Toyota C-HR se percibe como un producto refinado, con detalles como los asideros de las cuatro puertas enrasados en la carrocería (que ofrecen un tacto bastante sólido), los patrones de pintura bicolor o las animaciones de las luces exteriores del vehículo (tanto delanteras como traseras) al bloquear y desbloquear sus cerraduras.
En el interior, Toyota ha hecho un gran esfuerzo en modernizar su interfaz multimedia y en ofrecer una mayor habitabilidad. Curiosamente, no es algo de lo que sus responsables hayan presumido especialmente durante este evento, pero sus plazas traseras son claramente menos claustrofóbicas, a pesar de que la visibilidad lateral en este asiento sigue quedando comprometida por un grueso pilar C, que es una de las señas de identidad del modelo.
Y esto es todo por el momento. A la espera de poder conducirlo y comprobar que ese esfuerzo por ofrecer unas capacidades dinámicas de primer orden ha tenido sus frutos, nos quedamos con un buen sabor de boca y con la idea de que este nuevo Toyota C-HR es más que un digno sucesor de la exitosa primera generación del modelo.
