Las dudas siguen sobrevolando la decisión de la Unión Europea de prohibir la comercialización de coches de combustión desde 2035. Es un cambio muy radical para el que la aparente unanimidad mostrada por todos los países parece tener grietas. Incluso en los países que más han empujado para este cambio, como España, hay voces que ponen en duda que los plazos se vayan a cumplir.
Lo hacía la pasada semana el Comisionado del Gobierno para el Perte VEC cuando, con motivo de la entrega del premio del Coche del Año de ABC al Kia Sportage al afirmar que la Comisión Europea se «va a replantear» el plazo para poner fin a la venta de vehículos de combustión en la Unión Europea (UE).
Y reafirmaba su pensamiento al decir que «Europa se lo va a replantear, porque hay que analizar cuál es el estado de las tecnologías cuando nos acerquemos al 2035. Lo que no podemos es embarcar a los usuarios nacionales y europeos en un límite temporal en el que no sepamos qué hacer. De hecho, ahora la gente no sabe qué coche comprar», afirmó José María López, el comisionado del Perte VEC.
Se aplaza sin fecha la votación de los ministros al fin de los coches de combustión en 2035
Y no parece que López vaya muy desencaminado en sus apreciaciones. De hecho, solo unos días después los 27 han aplazado sin fecha su aprobación formal del acuerdo para prohibir comercializar vehículos de combustión -incluidos los de gasolina, diésel e híbridos- a partir de 2035 al constatar que las dudas de último momento expresadas por Alemania e Italia podrían poner en riesgo la adopción de la nueva norma.
Probablemente no sea más que un trámite que finalmente se cumplirá, porque está claro que la intención de hacer esta transición hacia la descarbonización total del continente se mantendrá. Pero también es cierto que las reticencias siguen poco a poco saliendo a la luz.
Algo que no parecía muy obvio cuando el pasado otoño la Unión Europea llegaba al acuerdo de que a partir de 2035 todos los turismos y furgonetas nuevos que se comercialicen en el mercado comunitario sean «cero emisiones», lo que en la práctica supondría el veto a los vehículos de combustión. Pero como la toma de decisiones en la Unión Europea tiene tantos pasos y tantos formalismos, la adopción definitiva de esta norma está pendiente de otro paso, la luz verde de los ministros, que se ha aplazado sin fecha.
La norma que acabará con los coches de combustión en 2035 tiene el visto buenos de los países de la UE a nivel de embajadores -con las únicas reservas de Polonia y Bulgaria- y del pleno del Parlamento Europeo. Pero aún queda otro paso, el último: la luz verde de los ministros.
Alemania e Italia expresan dudas sobre el veto de 2035
Y eso es lo que la presidencia de turno de la UE, que este semestre ocupa Suecia, ha aplazado. La presidencia sueca preveía incluir el asunto como punto para adopción sin discusión en un consejo de ministros ordinario, de hoy 7 de marzo en Bruselas, pero posteriormente ha indicado que la decisión «queda pospuesta a una reunión posterior», sin apuntar una nueva fecha posible para retomar la cuestión.
La causa de este cambio tiene que ver -según han confirmado fuentes diplomáticas a Europa Press- con el temor de que la nueva norma no fuera suficientemente apoyada en la votación a nivel de ministros a tenor de las dudas que habían expresado en los últimos días los gobiernos alemán e italiano. Si esas dudas se convirtieran en votos en contra y se unieran al rechazo ya anunciado por parte de Polonia y la abstención de Bulgaría, podrían tumbar la norma.
Las reticencias de Alemania hacia la prohibición de los coches de combustión a partir de 2035 las expresó el ministro alemán de Transportes, el liberal Volker Wissing, quien ademas pidió como condición para apoyar la norma, que la Comisión Europea presente una propuesta que acompañara la nueva norma para que los vehículos que funcionen con combustibles sintéticos (‘e-fuels’) puedan seguir comercializándose más allá de 2035 en la UE.
Una posición que, por otra parte, choca con la de los ‘verdes’, que también están en el Gobierno de coalición alemán, como la ministra de Medio Ambiente, Steffi Lemke, que defiende respaldar el veto acordado a nivel europeo.
Y Bruselas va a estudiar esas dudas
El caso es que lo que parecía una norma inamovible, en realidad está en cuestión. Tanto que la Comisión Europea pide tiempo para «estudiar con cautela» las reservas expresadas en el último momento por las delegaciones antes de tomar posición y responder a si contempla plantear alternativas en la línea que reclama Berlín.
«Examinamos las nuevas preocupaciones que han sido expresadas para ver cuál es el mejor modo de abordarlas», ha dicho en una rueda de prensa en Bruselas la portavoz del Ejecutivo comunitario Dana Spinant, sin querer dar más detalles sobre la respuesta que sopesan los servicios comunitarios.
La portavoz, asimismo, ha apuntado el compromiso de Bruselas para que se pongan en marcha todas las normas que son acordadas entre los Veintisiete y la Eurocámara y ha recordado que esta legislación en concreto cuenta con una «cláusula de revisión» para evaluar el ritmo de consecución de los objetivos y posibles ajustes si hay avances tecnológicos que lo permitan.
Esa fecha de revisión será en 2026, tal como nos comentaba Miguel Carsi, presidente de Toyota España en una entrevista hace unas semanas. «La Unión Europea tampoco lo tiene tan claro, cuando dejó una ventana de revisión en el 2026, para ver si efectivamente es posible cumplir los objetivos», comentaba. Y esta claro que la UE no lo tiene, ahora mismo, tan claro.
¿Será finalmente 2035 el año que se acaben los coches de combustión en la Unión Europea? ¿Se abrirá la puerta, tal como dice Alemania a otras tecnologías que no sean contaminantes aunque sean de combustión? De momento hay muchas dudas.