Una, la extraordinaria capacidad de reacción de un equipo que a principio de año había errado totalmente el tiro con su proyecto aerodinámico, pero que ahora es capaz de ganar carreras con el que quizás sea mejor chasis de la parrilla. Y dos, que tanto Verstappen como Ricciardo serán ahora árbitros involuntarios pero decisorios en la lucha entre Hamilton y Vettel al quitar o regalar puntos a uno u otro.