El L200 se ha ido refinando a lo largo de su larga trayectoria, hasta el punto de ser una atractiva opción de cara al ocio en el ámbito familiar. Su propulsor diésel de 150 CV resulta suficiente para afrontar largos trayectos y el confort de marcha es más que aceptable; pero su verdadera vocación, y donde realmente se 'sale', es a la hora de afrontar retos 'off road', y cuanto más complicados sean, mejor para todos.

Prueba Mitsubishi L200 220 DI-D Motion-4

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