Ahora entiendo lo que se siente al conducir un Supra, un legendario deportivo nacido allá por 1978 y que ha ido dejando huella en todos los amantes de la conducción con sus sucesivas generaciones. A mi también me ha marcado esta criatura que enamora con cada kilómetro recorrido, y que bien vale cada uno de los 69.900 euros que la casa nipona nos pide por él.