El fabricante estadounidense Ford ha anunciado un plan de ajuste que afectará a sus operaciones en Europa, lo que incluye el despido de 4.000 trabajadores en un periodo de tres años. Esta medida se centra principalmente en Alemania y el Reino Unido, y aunque la planta de Ford en Almussafes, Valencia, no verá despidos, sí se han proyectado cambios en otras operaciones en España. En este artículo, exploraremos a fondo el contexto y las implicaciones de esta significativa reestructuración.
Contexto de la reestructuración de Ford en Europa
Ford ha justificado esta decisión drástica como un paso necesario debido a un «periodo de disrupción» en la industria del automóvil a nivel global. La automovilística enfrenta vientos en contra sin precedentes, lo que se traduce en desafíos competitivos, regulatorios y económicos que afectan su operativa y rentabilidad.
En Europa, medicamentos como el aumento de la competencia, especialmente en el sector de los vehículos eléctricos, han tenido un impacto notable en la salud financiera de Ford. En los últimos años, la compañía ha enfrentado pérdidas significativas que han llevado a replantearse su estrategia en esta región clave.
Implicaciones para la planta de Almussafes
A pesar de que la planta de Almussafes no experimentará despidos, la reestructuración afectará a otras operaciones de Ford en España. La compañía se encuentra en un proceso de información y consulta con los interlocutores sociales, lo que indica que podrían anticiparse cambios en la dinámica laboral, aunque, de momento, se espera que estos sean mínimos.
Con una plantilla actual de 4.926 trabajadores en España y unos ingresos netos de 7.262 millones de euros, la salud de las operaciones españolas de Ford se mantiene estable, pero no exenta de preocupaciones. El proceso de reestructuración es vital para adaptar la producción a un mercado cambiante.
La transformación hacia la movilidad eléctrica
Ford ha reconocido que la transformación hacia los vehículos electrificados es uno de los factores más disruptivos para su negocio en Europa. La demanda de vehículos eléctricos ha sido inferior a lo previsto, lo que ha llevado a la compañía a ajustar su programa de producción para nuevos modelos como los Explorer y Capri.
Durante el tercer trimestre, Ford registró una caída del 16,7% en su beneficio neto a nivel global, a pesar de que sus ingresos incrementaron en un 5%. Este contraste sugiere que, aunque las ventas globales pueden mejorar, los retos específicos del mercado europeo siguen afectando gravemente la rentabilidad de la empresa.
Ajustes de producción y flexibilidad laboral
Como parte de la reestructuración, la planta de Colonia, Alemania, verá una reducción de jornadas laborales en forma de «días adicionales» de trabajo no remunerado. Esta decisión es parte de una estrategia más amplia para asegurar la competitividad futura de Ford en el viejo continente. Ford quiere evitar que su carga de costos resulte superior a sus ingresos, especialmente en un escenario donde la producción de coches eléctricos no despega como se esperaba.
La búsqueda de apoyo gubernamental
La situación no solo es preocupante para Ford como empresa, sino que también ha planteado interrogantes sobre el futuro de la industria automovilística en Europa. En este contexto, John Lawler, el vicepresidente y director financiero de Ford, ha enviado una carta al Gobierno alemán solicitando compromisos que ayuden a mejorar las condiciones del mercado.
¿Qué necesita la industria automovilística en Europa?
En la misiva, Lawler destaca la necesidad de una agenda política clara para avanzar en la movilidad. Algunas de las sugerencias incluyen:
- Inversiones públicas en infraestructura de recarga para facilitar la transición a vehículos eléctricos.
- Incentivos significativos para ayudar a los consumidores a optar por vehículos menos contaminantes.
- Mejoras en la competitividad de costes para los fabricantes.
- Flexibilidad en el cumplimiento de los objetivos de emisiones establecidos actualmente.
Estas medidas no solo beneficiarían a Ford, sino que también ayudarían a consolidar la posición de Europa en un mercado global donde la movilidad eléctrica se está convirtiendo en la norma.