Hay que viajar hasta mediados de la década de los años ‘90 para conocer los orígenes de uno de los modelos más salvajes e icónicos jamás concebidos por la firma de Zuffenhausen: el Porsche 911 GT1 Strassenversion. Semejante criatura nació para poder ofrecer a sus clientes más elitistas y pudientes una variante del 911 GT1 con el que la casa alemana disputó las 24 Horas de Le Mans en la categoría GT1 de la FIA. De ahí ese apellido ‘Strassenversion’ o ‘versión de calle’ traducido del alemán. Los de Zuffenhausen tan solo llegaron a fabricar 20 ejemplares, de los cuales uno, está expuesto en el museo que la casa alemana tiene en Stuttgart, de donde ahora ha salido para estirar las piernas.
Los de Zuffenhausen no dan grandes detalles de la historia que se esconde detrás del Porsche 911 GT1 Strassenversion que habita en su museo. Pero no descartes que lleve ahí unos cuantos años parado, de manera que no le viene nada mal salir de vez en cuando a dar un paseo. Que es precisamente lo que se plasma en el último vídeo de 2 minutos y 15 segundos de la compañía alemana.
Los Strasseversion eran las versiones de calle de los Porsche 911 GT1 de carreras
Hay que recordar que el Porsche 911 GT1 Strassenversion no es un Porsche cualquiera. Para empezar, esta criatura nace de un chasis de tipo monocasco que fue originalmente creado para competición. Sin olvidarnos de que sobre el se ha instalado un corazón 3.2 Bóxer Biturbo de seis cilindros que proporciona 544 CV de potencia a 7.000 rpm, además de 600 Nm de par motor a 4.250 rpm. Todo ello canalizado hacia sus dos ruedas traseras por medio de un cambio manual de 6 velocidades. Así no es de extrañar que esta máquina pueda acelerar de 0 a 100 km/h en unos 3,9 segundos y alcanzar velocidades superiores a los 300 km/h.
A diferencia de los Porsche 911 GT1 concebidos para competir, los Strassenversion se diferencian por estar equipados con confortables asientos tapizados en cuero, aire acondicionado… Comodidades que permiten un uso más civilizado de este bólido con matrícula. Bólido que en rara ocasión suele cambiar de manos. Y cuando lo hace suele ser por una cifra que da auténtico vértigo.