Al hablar de hábitos en la conducción, en un mundo donde la preocupación por el medio ambiente y la eficiencia económica son temas centrales, la industria automotriz y los conductores se han sumado a la búsqueda de soluciones que reduzcan tanto las emisiones como los costos asociados al transporte. La eficiencia se ha convertido en una meta común, promoviendo tanto la seguridad en las carreteras como la comodidad durante los viajes.
Según el último Informe de Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero de España, publicado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD), el sector del transporte es responsable del 29% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero en el país.
Ante este panorama, la nueva Ley de Movilidad Sostenible se presenta como un paso crucial hacia la regulación necesaria para mejorar la eficiencia en el transporte. Esta ley, por un lado, busca fomentar sistemas alternativos de movilidad y, por otro, impulsar la digitalización del sistema de transporte, así como la eficiencia individual de los conductores.
2La carga del vehículo, los neumáticos y el aire acondicionado
La carga del coche afecta a nuestra conducción. No solo eso, sino que una mala distribución de la misma puede resultar en inestabilidad del vehículo, que debe realizar más esfuerzo para estabilizarse y, además, puede ser inseguro. Las cargas exteriores, como bacas o soportes para bicicletas suponen una resistencia extra al viento, por lo que también resultarán en un gasto de combustible mayor.
Llevar más o menos presión de la necesaria provoca un desgaste de los neumáticos y disminuye su eficacia, haciendo que el motor tenga que esforzarse más.
Tanto el aire acondicionado como los sistemas de climatización para calefacción influyen enormemente en el consumo. Por otro lado, bajar las ventanillas provoca más resistencia al aire y por tanto mayor gasto. Es importante buscar un equilibrio para disfrutar de un viaje confortable, pero también eficiente.