Tener la oportunidad de conducir en circuito las cinco generaciones del BMW M3, una detrás de otra, es algo que no le ofrecen a uno todos los días. Y una oportunidad de oro de experimentar en un rato la evolución de un mito.
A la vez que giramos unas vueltas con cada generación en el Circuito del Jarama hablamos con los propietarios de cada unidad, que nos cuentan lo que más y lo que menos les gusta de su coche. Y si comenzamos por el primer M3 de 1987, la virtud más importante para su dueño es la estabilidad y lo peor la dirección, de hecho la unidad probada lleva la dirección de la siguiente generación, una mejora que han realizado muchos de los propietarios de este modelo. El M3 E30 era un superdeportivo de la época pero hoy los 200 caballos de su 4 cilindros saben realmente a poco.
Segunda generación, un salto brutal
En este sentido, el salto con la segunda generación del M3 es brutal, un modelo este E36 que es un juguete, divertido y emocionante para su propietario. A la hora de hablar de lo que menos le gusta se refiere a la calidad de los plásticos, realmente muy mejorables. Alaba el motor de 321 caballos, que dice gasta poco y es el más equilibrado.
Aunque a nosotros la mecánica que más nos ha gustado, dejando al margen el turbo del F80, es la que lleva el M3 E46 con 343 caballos y una fuerza a bajas revoluciones que no tiene el anterior. Su propietario nos habla de un coche mítico que aglutina la esencia de cualquier purista y de un motor increíble. Pero en el lado negativo señala una mecánica delicada que requiere un mantenimiento exhaustivo.
El dueño del M3 E90 con su motor V8 destaca el comportamiento del coche y su facilidad de uso diario y aunque se resiste a hablar de desventajas que dice no encontrar, al final se refiere al consumo, entre 12 y 14 l/100 km, como uno de las mayores pegas asumidas.
No hay dueño que comente nada del último M3. Pero ya nos encargamos nosotros de resumirlo: ¡¡espectacular!! .