Madrugar para enfrentar una interminable fila de coches, avanzar a trompicones y ver cómo el reloj avanza sin piedad mientras seguimos inmóviles es una experiencia que pone a prueba la paciencia de cualquiera. ¿Cuántas veces nos hemos sentido atrapados en el tráfico, deseando desaparecer del caos? Los atascos no solo afectan nuestros horarios, sino también nuestra salud mental. Sin embargo, aunque no siempre se pueden evitar, sí podemos aprender a manejarlos sin perder los papeles. Aquí te dejamos cuatro consejos prácticos para que los atascos dejen de ser una pesadilla.
3Cumple las normas: la desesperación no es excusa para perder el control
Cuando los nervios están a flor de piel, es fácil caer en comportamientos imprudentes. Pero, aunque el estrés del tráfico te gana, las normas de circulación están ahí por una razón: mantener la seguridad de todos. En un atasco, más que nunca, debemos respetar la distancia de seguridad. No solo porque evitará multas y pérdida de puntos, sino porque este espacio es esencial para frenar a tiempo si surge un imprevisto.
Cambiar de carril constantemente, creyendo que avanzaremos más rápido, es una ilusión. La sensación de que un carril se mueve más rápido que otro solo está en nuestra cabeza. Al hacerlo, solo contribuimos a más frenazos y acelerones, lo que provoca el conocido «efecto acordeón», haciendo que el tráfico se mueva aún más lentamente.
Y, por favor, evita usar el claxon de manera innecesaria. Tocar la bocina no acelerará el tráfico, pero sí aumentará la frustración de todos a tu alrededor. Mantén la calma y recuerda que los actos impulsivos en medio de un atasco no solo son peligrosos, sino que también prolongan el caos.
