Desde hace siete generaciones y más de 40 años, Volkswagen ha convertido el Golf en el valor más seguro de la industria del automóvil. Un producto sin fluctuaciones, con una trayectoria sólida. Pero la competencia aprieta y en la marca alemana han roto una de sus costumbres: la de no renovar una generación del Golf a mitad de su vida.
Aunque ahora, esta séptima entrega del Golf recibe un 'restyling' que en lo estético es mínimo, pero que en lo tecnológico y en los motores tiene más fundamento. Por hablar de diseño, decir que este actualizado Golf incorpora nuevos faros LED, que sustituyen a los de xenón y se ofrecen de serie en toda la gama. Se retocan los paragolpes y aparece una nueva gama de llantas y colores como todo cambio exterior.
La digitalización toma protagonismo
Dentro tampoco hay cambios, salvo las pantallas. Porque el nuevo Golf apuesta por la digitalización, sobre todo en los sistemas de comunicación. Y por ello, nuevas pantallas toman protagonismo en el interior. El nuevo Golf es el primer compacto que incorpora control gestual en su equipamiento, un sistema que permite manejar la pantalla táctil del sistema de radio y navegación Discover Pro -de 9,2 pulgadas- sin llegar a tocarla, tan solo pasando la mano por delante, en un gesto de funcionamiento un tanto errático -unas veces funciona, otras no-, donde la postura de la mano no es muy natural, lejos de los gestos ya tan habituales al manejar tablets o móviles. Y, además, ofrece el Volkswagen Digital Cockpit, que convierte el cuadro de instrumentos en una pantalla de 12,3 pulgadas configurable.
Pero además de digitalización, en Volkswagen no han olvidado que hacen coches movidos por todo tipo de motores. Y aquí hay dos grandes primicias. Por un lado, un nuevo propulsor 1.5 TSI de 150 caballos con gestión activa de cilindros. Por otro, el icónico Golf GTI eleva su potencia hasta los 230 caballos en la versión normal, y hasta los 245 en la variante Performance; reduciendo de paso consumo y emisiones. Otro cambio es la utilización de un nuevo cambio DSG ahora con 7 velocidades, frente a las 6 del anterior, aunque el GTI mantiene el DSG de 6 marchas como alternativa a la caja manual.
En Mallorca hemos puesto a prueba ambas novedades. El 1.5 TSI ofrece una gran elasticidad, con un empuje muy progresivo y una gran suavidad. Con el cambio manual -perfecto por sus adecuadas relaciones y una palanca de manejo muy preciso- se puede dosificar a la perfección la potencia y el empuje. El comportamiento es como se espera de un Golf; aplomado y cómodo, con unas suspensiones firmes pero en absoluto incómodas. La dirección es precisa y los frenos nos han parecido excesivamente directos, lo que está bien, pero hay que acostumbrarse, pues, sobre todo circulando a baja velocidad, dejan el coche literalmente clavado si no dosificas la fuerza del pie derecho.
Después cae en nuestras manos el GTI de 230 caballos con cambio manual y todo el espíritu GTI. Más duro de suspensiones -para recordar que es un deportivo-, el empuje de su motor resulta inacabable. En el paso por curva parece una tabla, y obedece sin rechistar a su conductor, pues va exactamente por donde queremos que vaya. Lo mismo que ocurre con el GTD, nuestro tercer modelo probado, que responde igual en empuje y comportamiento, aunque con un sonido que, tras probar los dos Golf de gasolina, no cautiva en absoluto.