Los badenes son molestos, inesperados, perjudiciales y rompen nuestra paz y tranquilidad en los viajes. Pero puede que eso no sea lo único que rompan. Cada vez nos encontramos más badenes y pasos de peatones elevados en las calles porque las administraciones recurren a estos resaltos como una solución disuasoria para reducir las velocidades en zonas peligrosas. Es algo que no falla.
En el caso de los badenes, estos se sitúan, por ejemplo, antes de un paso de peatones o en rectas donde se pueda alcanzar bastante velocidad. Aceptamos vivir con ellos porque su molestia es directamente proporcional a la legitimidad de su objetivo. Se instalan para evitar atropellos. Esta es su función principal.
1¿A quién le pueden gustar los badenes?
Estos reductores de velocidad no suelen ser muy bien recibidos por los conductores. Lo primero, porque provocan un golpe que incomoda bastante y que puede ser doloroso si se pasa a una velocidad inadecuada. Pero también, porque afectan severamente al estado de cualquier vehículo, por duro que este sea.
El hecho de pasar un badén de forma recurrente, una vez tras otra, cada día, termina provocando averías innecesarias principalmente en el sistema de suspensión, aunque también se ven afectados otros componentes del vehículo y desembocan, a su vez, en otras consecuencias del tráfico. ¿Quieres saber cuáles son?