Los badenes son molestos, inesperados, perjudiciales y rompen nuestra paz y tranquilidad en los viajes. Pero puede que eso no sea lo único que rompan. Cada vez nos encontramos más badenes y pasos de peatones elevados en las calles porque las administraciones recurren a estos resaltos como una solución disuasoria para reducir las velocidades en zonas peligrosas. Es algo que no falla.
En el caso de los badenes, estos se sitúan, por ejemplo, antes de un paso de peatones o en rectas donde se pueda alcanzar bastante velocidad. Aceptamos vivir con ellos porque su molestia es directamente proporcional a la legitimidad de su objetivo. Se instalan para evitar atropellos. Esta es su función principal.
2Las consecuencias de los badenes
No vamos a conseguir que desaparezcan, pero sí podemos señalar lo que provocan… y no es poco. El daño que recibe el coche es similar al de dar un «bordillazo» fuerte y esto se traduce en:
- Daños en los neumáticos: sufren deformaciones, se desgastan irregularmente y pueden presentar bultos o cortes en los flancos. Si los neumáticos están en mal estado, pasar un badén a una velocidad incorrecta puede producir un reventón que estropee el día a cualquier conductor.
- Alteración de la geometría de la dirección y de los ejes.
- Daños en las suspensiones: su tiempo de vida disminuirá y puedes perder el control del vehículo ante un frenazo o una maniobra brusca.
- Holguras en bastantes componentes del vehículo y crujidos en el interior del habitáculo que puedan desembocar en accidentes.
- Mayor consumo del vehículo y también, por supuesto, mayores emisiones del mismo.
- Retrasos para bomberos, policía o asistencia sanitaria, que no se pueden permitir reducir la velocidad en muchos momentos.
En cualquier caso, aprender a lidiar con ellos se torna fundamental.