Gracias a la creciente presencia de las bicicletas eléctricas, la movilidad en las ciudades está experimentando un cambio radical y silencioso. Estos ágiles y eficientes vehículos no solo representan una alternativa ecológica al transporte convencional, sino que también nos invitan a redescubrir la urbe de una manera ágil y fresca.
En este paisaje urbano siempre en evolución, la Dirección General de Tráfico (DGT) ha actualizado las regulaciones que gobiernan el uso de estas modernas máquinas de dos ruedas.
5La importancia de ser visto
La visibilidad del ciclista es un factor determinante en la prevención de accidentes. Por ello, cada bicicleta eléctrica debe estar equipada con luces delanteras y traseras que no solo permitan al conductor ver claramente el camino durante la noche, sino que también sirvan como señalización para otros usuarios de la vía.
Estas luces deben ser visibles desde una distancia mínima de 150 metros. Además, la inclusión de reflectantes en los pedales y laterales de la bicicleta aumenta su visibilidad desde diferentes ángulos, contribuyendo así a una circulación más segura.
Conducir una bicicleta eléctrica conlleva el compromiso de respetar las normas de circulación establecidas para garantizar la seguridad y fluidez del tránsito. Esto implica el acatamiento de señales de tráfico, semáforos y las reglas generales de circulación.
Familiarizarse con estas normativas no solo ayuda a evitar sanciones, sino que también contribuye a fomentar un ambiente de respeto y seguridad en las calles y carreteras.