La Industria del automóvil comienza el año bajo la normativa CAFÉ que les podria llegar a imponer sanciones por más de 15.000 millones de euros. El nuevo año 2025 ha llegado sin que las autoridades de Bruselas despejen en modo alguno las elevadas incógnitas y miedos de la industria del automóvil europea ante las fuertes sanciones económicas que la nueva normativa CAFÉ (emisiones de combustible medias corporativas, por sus siglas en inglés) establece a partir del 1 de enero.
Bajo esta nueva normativa, los fabricantes de automóviles deberán limitar las emisiones medias de su gama de modelos vendidos durante este año que comienza en los 27 mercados de la Unión Europea a los 93,6 gramos por kilometro. Aquel fabricante que incumpla con dicha cifra puede llegar a ser sancionado con hasta 95 euros por cada gramo y coche vendido según la ley, lo que abre la puerta a posibles multas milmillonarias contra aquellas marcas que no consigan alcanzar los objetivos de ventas de vehículos cero emisiones recogidos en el reglamente comunitario.
Desde la Comisión Europea, el Gobierno presidido por Úrsula Von der Leyen ha declarado que en enero se abrirá un profundo debate sobre esta cuestión, pero desde ACEA ya han comunicado mayor urgencia para el mismo, pues consideran que este «ya llega tarde» y que las sanciones por la normativa CAFE serán dificilmente evitables.
Excesiva reducción para el mercado existente
La normativa CAFÉ ya en vigor exige que cada fabricante reduzca un 15 % en comparación con los niveles alcanzados a inicio dela presente década las cifras medias de emisiones alcanzadas a inicios de la presente década en los vehíkculos que produce y comercializa. Así, el límite que entra en vigor este 2025 se reducirá aún más, hasta establecerse en 49,5 g/CO2 por km, buscando con ello el poder implementar de facto la prohibición de ventas de vehículos con motores de combustión, tanto diesel como gasolina para 2035.
Los fabricantes de automóviles han sido muy claros con la Unión Europea. Desde ACEA, Asociación Europea que aglutina a todos los productores de vehículos, han declarado su “firme compromiso” con el “objetivo de neutralidad climática que la UE quiere alcanzar para 2050 así como con la transición hacia una movilidad sin emisiones en el continente europeo”. Pero para alcanzar dichos objetivos, los fabricantes también han solicitado que la UE aporte “mayor claridad sobre el empleo y las inversiones” en el sector automovílístico, de manera que se puedan “evitar daños a la competitividad de la industria europea del automóvil frente a los productores ajenos a la misma».
Según ha comunicado ACEA, a diferencia de lo sucedido hace cuatro años, para poder cumplir con los nuevos y más estrictos objetivos de reducción de CO2 que plantea la normativa “esta es vez es necesaria una interacción más fluida de factores que están dentro y fuera del control directo de los fabricantes”.
La brecha es demasiado amplia para cerrarla
Actualmente, las ventas de vehículos eléctricos en Europa apenas alcanzan un 13% de cuota de mercado, es decir, 10 puntos menos de lo que las previsiones indicaban que debían alcanzar cuando se inició esta transición. Para los fabricantes, este limitado porcentaje supone “una brecha demasiado grande como para poder cerrarla en los plazos previstos”, situación que en la práctica, conduce a todos ellos a tener que asumir importantes sanciones por la normativa CAFE a finales del presente año.
Las proyecciones realizadas, indican que, de no cambiarse o modificarse la actual legislación al respecto, el montante total de las sanciones a las que los fabricantes que no cumplan con las cuotas de ventas previstas tendrán que hacer frente estaría entre los 10.000 y los 16.000 millones de euros. En todo caso, otras fuentes de análisis del mercado estiman que, como poco, la normativa medioambiental vigente tendría un impacto potencial sobre la industria del automóvil superior a los 5.100 millones de euros.
Las sanciones impediran invertir a la industria
Tanto desde ACEA en Europa como desde ANFAC en España, ya han avisado a los respectivos gobiernos del fuerte efecto que estas posibles sanciones pueden representar en la capacidad de inversión de los fabricantes de automóviles y de las importantes repercusiones que ello puede tener sobre la industria del automóvil europea. Los bajos niveles de mercado que vienen produciendo las ventas de automóiviles en todo el continente impedirían el poder hacer frente a la vez tanto al elevado nivel de las sanciones como a las necesidades de inversión que la transición hacia una movilidad cero emisiones requiere.
Una situación que se agravaría aún más, dado que el principal efecto que la solución a esta disyuntiva plantea pasaría por reducir los niveles de producción de vehículos ICE en las respectivas gamas de los fabricantes de un lado y la posible asociación con otros productores extranjeros de vehículos eléctricos para compensar las emisiones de sus gamas, situación que produciría un fuerte desequilibrio en las finanzas de las distintas marcas del mercado y que llevaría de inmediato al cierre de plantas de producción en Europa y a una elevada pérdida de empleo en el sector.
250.000 M€ comprometidos en inversiones
Todo ello llevaría a un aún mayor número de fabricantes de vehículos eléctricos —superior incluso al que actualmente ya hay— que tendrían que vender sus modelos “a pérdidas” para poder cumplir con las normativas CAFÉ, situación que alteraría por completo las estructuras financieras de una industria que actualmente ya tiene comprometidos más de 250,000 millones de euros en la transición a la movilidad eléctrica.
Según ACEA, con los actuales niveles de ventas de vehículos eléctricos, para poder cumplir con la normativa, los fabricantes deberían abandonar la producción de más de 2,5 millones de coches de combustión si no quieren o pueden afrontar las sanciones previstas por la UE. Alemania, Francia, e Italia ya han intentado persuadir a Bruselas de la necesidad de retrasar la entrada en vigor de la aplicación de la nueva normativa, pero todos ellos han fracasado, pues ayer día 1 de enero el contador se puso en marcha.
Quejas de numerosos países
Francia ha intentado crear una coalición de capitales contra el ejecutivo comunitario que evitar la aplicación de las sanciones, Italia ha solicitado una revisión exhaustiva de las regulaciones dado el colapso que las mismas pueden producir sobre la ya muy mermada producción de su industria automovilística, y otros países europeos ven peligrar la industria del automóvil existente en su país dado que ningún fabricante produce en su territorio vehículos eléctricos de ningún tipo. Desde la todopoderosa Alemania, su canciller también ha solicitado un nuevo plan de ayudas comunitario que permita dinamizar e incentivar las matriculaciones de vehículos cero emisiones.