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‘CAFE’: La normativa que ya rige en Europa y con la que tiemblan los fabricantes de coches

La implementación de la normativa CAFE (Emisiones de Combustible Medias Corporativas) en 2025 traerá cambios significativos en la industria automotriz de la Unión Europea. Con el objetivo de reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a 93,6 gramos por kilómetro en todos los vehículos vendidos, esta normativa busca promover un cambio hacia la movilidad sostenible. A continuación, desglosamos los aspectos clave de esta normativa y sus implicaciones para los fabricantes y la industria en general.

¿Qué es la normativa CAFE?

La normativa CAFE establece criterios estrictos sobre las emisiones de CO2 para los vehículos producidos por los fabricantes automovilísticos en los 27 países de la UE. La reducción de las emisiones se ha fijado en un 15% en comparación con los niveles de inicio de la década, y este límite se verá aún más restringido en 2035, cuando se espera prohibir la venta de vehículos de combustión interna de gasolina y diésel.

  • Objetivos de emisiones:
    • 2025: 93,6 gramos de CO2 por km.
    • 2030: 49,5 gramos de CO2 por km.

Este cambio drástico pretende apoyar la transición hacia una economía de cero emisiones y contribuir a la neutralidad climática de la UE para 2050.

Multas por incumplimiento

Los fabricantes que no cumplan con estos nuevos estándares de emisiones pueden enfrentarse a multas significativas. Según la ley, se estipula una sanción de 95 euros por gramo de CO2 excedido. Esto podría resultar en multas multimillonarias para aquellos que no logren adaptar su producción conforme a la normativa CAFE. Las proyecciones acerca del montante total de sanciones oscilan entre 10.000 y 16.000 millones de euros para la industria automotriz.

Sin embargo, algunas estimaciones más optimistas sugieren que el impacto financiero podría limitarse a 5.100 millones de euros en penalizaciones si se logran ciertos ajustes en la producción y ventas. Estos altos costos podrían llevar a los fabricantes a reconsiderar sus estrategias, potencialmente reduciendo la producción o alineándose con competidores para amortiguar el golpe.

Retos frente a la transición hacia vehículos eléctricos

A pesar del compromiso de los fabricantes de automóviles con la movilidad eléctrica, las ventas de vehículos eléctricos (VE) en Europa se han estancado en aproximadamente el 13% del mercado. Esto representa una brecha significativa de 10 puntos porcentuales respecto a las expectativas establecidas. Este estancamiento pone en riesgo los objetivos de la normativa CAFE y aumenta la posibilidad de incumplimiento, llevando a un posible aumento en las multas.

Los fabricantes también se enfrentan al desafío de decidir sobre la producción futura de coches de combustión interna. Con los niveles actuales de ventas, se estima que se necesitaría descontinuar la producción de hasta 2,5 millones de vehículos de combustión para adherirse a las nuevas normativas. Esta situación puede llevar a decisiones difíciles, incluyendo la reducción de la producción o la venta de vehículos eléctricos a pérdidas.

Demandas de flexibilidad

La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) ha expresado la necesidad de una mayor claridad sobre el empleo y las inversiones para evitar daños a la competitividad en la región. La ACEA reconoce su compromiso con el objetivo de neutralidad climática para 2050, pero advierte que la industria no puede lograrlo de manera aislada y requiere el apoyo tanto de los gobiernos como de las instituciones europeas.

El presidente de la ACEA ha solicitado un diálogo más fluido y la posibilidad de ajustes en las normativas, teniendo en cuenta los factores que están fuera del control directo de los fabricantes.

Presión sobre Bruselas

Ante la inminente implementación de la normativa CAFE, varios países europeos han intentado presionar a Bruselas para retrasar su aplicación. Por ejemplo, Francia formó una coalición de capitals con el objetivo de evitar sanciones a los fabricantes dentro de su territorio. Italia, por su parte, ha solicitado una revisión exhaustiva de la normativa, expresando su preocupación por el posible «colapso» de la industria automovilística comunitaria.

En Rumanía, donde los modelos de vehículos eléctricos son limitados, existe una opinión generalizada de que la hoja de ruta de electrificación de la UE es demasiado agresiva, lo que también contribuye al temor por la pérdida de empleos y competitividad en el sector automotriz.

Un futuro incierto para la industria automotriz

El futuro de la industria automotriz en Europa está en una encrucijada. La normativa CAFE representa un paso significativo hacia una transición hacia una movilidad más limpia y sostenible, pero también plantea incertidumbres sobre la viabilidad de los fabricantes tradicionales de automóviles.

Con 250.000 millones de euros comprometidos para la transición a la movilidad eléctrica, los fabricantes deben encontrar una manera de equilibrar la inversión en nuevos modelos de vehículos eléctricos mientras manejan las sanciones y el costo de producción. La pregunta clave es si podrán adaptarse lo suficientemente rápido como para cumplir con los requisitos establecidos sin comprometer su estabilidad financiera y competitividad en el mercado.