En verano son las chanclas e incluso descalzo, y ahora de cara al invierno las botas de montaña y de seguridad. Este calzado o su ausencia, ha sido sometido a un estudio demográfico en cuanto a su uso, mientras o para conducir, por RACE, en el verano del año 2020.
Desgranamos en estas líneas su base y conclusiones, a fin de conocer los hábitos de conducir con referencia al calzado, la norma y los riesgos.
1El contacto del calzado con el coche
La normativa europea y la española coinciden en puntos muy concretos, a la hora de acometer los problemas susceptibles que aporta un calzado inadecuado, cuando conducimos. El punto de atención esta puesto en las capacidades del conductor para controlar el vehículo en todo momento, haciendo hincapié en las condiciones de movimientos libertad de acción y control positivo, ante cualquier circunstancia, dando a entender que el calzado, como prenda de vestir, pudiera afectar a estas capacidades y por tanto influir negativamente en la conducción.
Atendiendo a la posición del conductor y los puntos de contacto con el coche, desde los que recibimos todos los inputs sensoriales que la conducción y el comportamiento del coche producen, los pies en contacto con los pedales son, esencialmente, una gran fuente de información para reaccionar rápidamente a una eventualidad de circulación.