Ojo, a lo que vas a leer en las próximas líneas… ponte en situación. Imagina disfrutar de un almuerzo tranquilo, sin ninguna bebida alcohólica, y terminar enfrentándote a un control de alcoholemia con un resultado positivo. ¿Tiene esto algún tipo de sentido? Sí, claro. Esto fue lo que le ocurrió a un trabajador en España tras comer carne cocinada con cerveza en su lugar de trabajo.
El incidente, que rápidamente se hizo viral, demuestra que incluso algo tan cotidiano como un guiso puede ponerte en una situación inesperada frente a la Guardia Civil. Aunque el conductor no había consumido alcohol, el test arrojó un resultado de 0,11 mg/l de alcohol en aire espirado, dejando al hombre completamente desconcertado.
4Casos similares que sorprenden
El caso de este trabajador no es el único en el que un alimento genera problemas inesperados en un control de alcoholemia. Otros ejemplos incluyen el consumo de frutas fermentadas, ciertos medicamentos, e incluso enjuagues bucales que contienen alcohol. Pueden parecer inofensivos, como la cerveza, pero no te fíes.
Estos incidentes demuestran que no siempre es necesario beber para dar positivo en un control, y que la tecnología actual detecta incluso las concentraciones más pequeñas. Por ello, estar informado y ser cauteloso es clave para evitar contratiempos.
