Cuando llega el invierno, las carreteras se convierten en un campo minado para los conductores. No solo por el hielo y la nieve, que dificultan la conducción, sino también por un enemigo silencioso que muchos pasan por alto: la sal. Esa fina capa que los servicios de mantenimiento esparcen para evitar la formación de hielo puede convertirse en una amenaza para la salud de tu coche. ¿Has circulado por una carretera salada? Entonces sigue los consejos que te damos a continuación. Protegerás tu vehículo de daños a largo plazo.
1La sal: aliada de la seguridad, enemiga de tu coche
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La sal en la carretera cumple una función vital durante los meses más fríos. Al esparcir cloruro sódico (NaCl) sobre el asfalto, se reduce la temperatura de congelación del agua, lo que ayuda a evitar la formación de hielo entre -2 ºC y -8 ºC. Ello incrementa la adherencia de los neumáticos y reduce el riesgo de accidentes. Sin embargo, muchos no saben que esa misma sal puede convertirse en un agente corrosivo implacable con la mecánica y la carrocería de su coche.
Los más afectados son los bajos del vehículo. La sal se adhiere a la carrocería y, combinada con la humedad, comienza un proceso de oxidación que puede deteriorar la pintura, corroer la chapa y comprometer la estructura metálica. El daño no será inmediato, pero con el paso del tiempo puede derivar en costosas reparaciones.