El último Citroën 2CV salía de la cadena de montaje de Mangualde, Portugal, el 27 de julio de 1990. Un evento que señaló el fin de la producción de un modelo de éxito de la marca. Un icono que se había presentado en el Salón de París de 1948, cuyo desarrollo se inició 10 años antes.
3El parón de la guerra
El proyecto estaba listo en 1939 y debía presentarse ese mismo año. Pero a causa del inicio de la Segunda Guerra mundial, el Salón del Automóvil de París debió suspenderse y los 250 prototipos ya construidos fueron en gran parte destruidos. Sólo sobrevivieron algunos pocos ejemplares que fueron escondidos. Terminada la guerra, Citroën volvió a trabajar en el proyecto y confió a Flaminio Bertoni la estética del que acabaría siendo el Citroën 2CV. Un modelo completamente repensado respecto del TPV, siendo presentado el 7 de octubre de 1948 en el Salón del Automóvil de París.
El Citroën 2CV ofrecía espacio y era un coche sin pretensiones, simpático y económico. Conquistó rápidamente al público, convirtiéndose en la expresión de una nueva filosofía de transporte individual y en un símbolo de libertad y de alegría de vivir.
A causa de la escasez de materias primas, Citroën solo pudo garantizar inicialmente una producción limitada, lo que generó unas listas de espera de hasta 6 años. El precio de compra del Citroën 2CV era muy bajo, igual que el mantenimiento, gracias a la simplicidad de su tecnología. Además, consumía muy poco y necesitaba muy pocas revisiones.
La carrocería en acero de cuatro puertas del Citroën 2CV no se pensó para ser autoportante y como la mayor parte de los componentes se atornillaba al chasis. En lugar de un techo fijo de acero, el vehículo estaba dotado de un techo descapotable en algodón impermeable para que fuera más ligero y se incrementara así el bienestar a bordo con la posibilidad de descapotarlo.
El comportamiento dinámico del Citroën 2CV se caracterizaba por una notable capacidad de moverse incluso fuera del asfalto y por una muy característica inclinación de la carrocería al tomar las curvas. Debido a su bajo peso, a la estructura bóxer del motor y a la posición baja del depósito de combustible, el centro de gravedad del vehículo era muy bajo lo que hacía casi imposible que volcara. Inicialmente todos los vehículos recibieron frenos de tambor en ambos ejes y sólo a partir de 1981 se montaron frenos de disco en el eje delantero.